Hace exactamente un año llegaba a la parroquia porque era el cumpleaños de Julio. Celebramos la misa (sin gente) y después comimos no me acuerdo muy bien qué y un postre que no me gustó mucho (perdón Lutri). Yo traía mi matera y un bolso explotado de cosas con la idea de que ya venía para quedarme. Sin embargo, en el transcurso de la comida me fui dando cuenta que en realidad me habían invitado a comer y no a vivir. Yo me hice el distraído y por interno le mandé un mensaje a Manu para que me viniera a buscar. Él terminó viniendo como a eso de la 1 y yo me fui en el primer intento fallido de llegada. Me sentí un poco perdedor, pero esa llegada fallida es ahora recuerdo de las ganas, de la ilusión y de la expectativa que tenía por este año en la famosa parroquia Nuestra Señora de la Candelaria . La llegada se concretó cuatro días después. Hoy, al cumplirse este año de la no llegada toca despedirme tal como estaba previsto al empezar . A la hora de despedirme debo admitir que conviven en
Un lugar nada común en el mundo con pensamientos propios lejos de modelos, modos de acción, universales y rutinas impuestas. Un lugar en el mundo de libertad y expresión. Un lugar en el mundo para la originalidad. Sin pretensiones de ser el mundo, tan solo un lugar para estar.