El lado positivo de este
recalcular es el énfasis en vivir un seguimiento de Jesús más encarnado en este tiempo,
en esta cultura, en este mundo. Más encarnado a secas. Si este mundo está
atravesado por la pandemia, ¿cómo pretender estar al margen? Hermosa tentación.
"Y si buscás un obispo más benévolo", me sugirió alguno. La
realidad se impone y te caga a bifes más allá de la benevolencia.
Sentí vergüenza como aquella vez
que vi a un ciruja bien abrigado con una campera de Independiente y le tiré un
"vamos Rojo". El camperón era hermoso. Era marca Adidas, rojo y
detalles azules. Me acuerdo de haberlo visto en una de mis primeras idas a la
cancha. "Soy de San Lorenzo", me respondió con cara de nada. A
veces el mundo no funciona según nuestra propia lógica.
Precisamente porque era de San
Lorenzo (y no de Independiente) y porque Dios está vivo valía la pena romper la
ilusión. Salir de ese lugar del centro. De novio y wedding planer. No se puede
tirar el centro e ir a cabecear. Me descansa mucho saber que Dios prepara la
mejor ordenación para mí. A mí me toca seguirle la pista. Y hacerlo desde la
verdad de la realidad. Sin engaños ni engañarme. Como esos dos que parecen
caminar lo suficientemente rápido para que nadie pueda reprocharle no estar
usando el barbijo, pero que no salieron a correr. Hablan entre ellos haciéndose
los lindos.
Enzo Pérez está atajando un partido de la Copa Libertadores. Y River terminó ganando dos a uno. Hablan de épica, pero no de coronita.
Comentarios