Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de 2013

Los caramelos de Ricardo

“Que en nombre de Jesucristo nuestro Señor todo lo que bendigan estas manos, sea bendito, todo lo que consagren sea consagrado y santificado.” Rito de ordenación sacerdotal.   La Ciudad de Buenos Aires, como tantas ciudades del mundo se está encaminando a una sobrepoblación. Esto pone sus servicios permanentemente al borde del colapso. El transporte, la cantidad de gente que se acumula en una esquina esperando el semáforo, el andar rítmico de todas las personas y el olor a nada son especialmente notables en su centro. El gran tema es que este “centro” es cada vez más grande y su afán conquistador disfrazado de accesibilidad o desarrollo pone en peligro al resto de la Ciudad. En este marco los barrios tan característicos de la Ciudad son como un oasis de la vida. Algunos pudieron soportar el avance del centro que promueve el desarrollo. Pienso en San Telmo que a fuerza de turistas se va encaminando a ser barrio del mundo y un no-barrio al mismo tiempo. Tanto es a

En los claroscuros del alma.

“Tu luz nos, Señor, nos hace ver la luz” Salmo 35.  La Patagonia de mi país sufre a causa de una de las arbitrariedades de los hombres de principios del Siglo XX. A decir verdad no es la región entera sino más bien algunos sitios distintos y lejanos entre ellos, pero con factor común. Se trata de la triste realidad aparente de muchas compartidas quedaron como perdidos en medio del vasto territorio nacional por la simple decisión de un gobernante que dispuso por dónde debía pasar el tren. La definición sobre si el tren se detendría aquí o más allá determinó la transformación de caseríos en poblados o en la eternización de caseríos como tales. A raíz de esto, pueblos cercanos con muchas potencialidades similares se transforman en polos opuestos. Así ocurre actualmente con el caserío conocido (o desconocido) como Maranhue según una palabra propia de nuestros pueblos cuya traducción nunca supe. Quedaron a pocos kilómetros de Piedra del Águila, sin embargo la diferencia entr

¡Pegale al arco!

Un lugar comun es... no arriesgar El objetivo es claro; meter la pelota adentro del arco. Los caminos para hacerlo son variados. De todos ellos hay uno que me exaspera especialmente. Es aquel que persigue el momento especialísimo para hacer la jugada calculada y así meterse en el arco con pelota y todo. Se pasan los noventa minutos haciendo dominio o posesión de balón, lateralizan el juego y creen cansar al rival hasta que llegue el momento en que se alinean los planetas –o se desalinean los defensores- y se hace el hueco. El gran problema es que ese momento no siempre llega y así puede terminarse el partido sin haber pateado al arco. Me acuerdo que en aquellos queridos años del intercolegial, el gran Leo Casciaro preguntaba a los delanteros si el rival era bueno o malo. Cuando ellos no sabían responder, Leo aumentaba el entusiasmo de su charla técnica para concluir en una afirmación cerrada como expresión de la poca trascendencia de nuestro juego: “ni siquiera probamos el arquero”

La Bicicleta de Joel

En la misma cuadra donde yo vivo, vive Joel. No se muy bien cómo definirlo, pero debo admitir que Joel es un poco mi ídolo. Mientras juego a la pelota en la puerta de casa lo veo pasar siempre en su bicicleta. Tal vez sorprenda que me detenga en su bicicleta, pero de verdad la suya es especial. Yo también tengo una bici, pero es distinta porque la suya tiene cambios, a la noche tiene luces que permiten verla desde la esquina, las ruedas no se desinflan como las mías y su asiento tiene algo que parece más cómodo. La bicicleta de Joel, de verdad es diferente. Yo siempre soñaba con usarla. No pretendía irme lejos ni dar una vuelta grande sino que solamente una cuadra, dos pedaleadas. El problema es que para eso antes tenía que hacerme amigo suyo. Antes de dormir yo rezaba todas las noches para que se diera el milagro. No quería desmedirme en el pedido. Por eso a la Virgencita no le pedía una bicicleta como la de Joel sino solamente hacerme un poco amigo de él como para animarme a p

En el Cielo no hay cautelares: una historia de dos mundos.

Un lugar comun es... confundir mundo lejano y el mundo inmediato. En la realidad existen dos mundos. uno es el mundo inmediato y otro es el mundo lejano. En el mundo inmediato transitan personas como nosotros. En el mundo lejano hay también personas, pero que son de otro mundo o que parecen ser como de otro mundo. A grandes rasgos uno elige en qué mundo vivir, pero a veces hay otros factores que determinan en qué mundo a uno le toca vivir. A grandes rasgos el mundo inmediato y el mundo lejano entran en contacto, o por lo menos tienen roces. El hombre naturalmente vive en el mundo inmediato, pero en algunos casos termina en el mundo lejano. Entonces todo hombre del mundo lejano tiene su mundo inmediato, pero no todos los hombres que viven en el mundo inmediato tienen un mundo lejano. Esta última oración es una verdad que concentra el eje de la historia y del problema. Para aclarar el panorama valga un ejemplo. Todos los futboleros jugamos al fútbol en el mundo inmediato. En ese

Santo Sábado: una invitación a la espera

Un lugar común es... esperar Dentro de la Semana Santa lo más sencillo es identificarse con la Pasión y la Resurrección. Junto a ellos como que el Jueves Santo por aquello del Lavatorio de los pies y el Domingo de Ramos por la entrada de Jesús a Jerusalén acompañada por palmas, también tiene cierta fama por decirlo de alguna manera. En medio de todo eso nos queda el Sábado Santo. Un deslucido Sábado Santo. No me refiero al sábado de noche cuando entramos a la Vigilia Pascual, sino al sábado a la mañana o de tarde; del sábado mismo. Contra todo pronóstico creo que este es el día del que tenemos que aprender a vivir, el que más tiene que ver con nuestra historia y, en última instancia, del que debemos hacer como un estado de vida. Para eso identifico al Sábado Santo con el día de la espera. Metámonos en la escena. Repasemos lo sucedido en esos días desde el lugar de los doce. Hagamos de cuenta que somos uno de ellos. Participemos con ellos de los sentimientos que había dejado en

Dependiente de Independiente: un seguro de humanidad

Un lugar común es... sufrir por Independiente. Desde hace un tiempo hay un problema, una situación, que me está preocupando mucho. Al mismo tiempo, desde ese mismo momento se me despiertan sentimientos de culpa y desconcierto justamente por tener esa preocupación. Como novicio, joven que se prepara con ganas al sacerdocio, uno quisiera tener ¿cómo decirlo? Madurez o inteligencia o santidad para realmente ocuparse y preocuparse de las cosas del cielo. La preocupación a la que me refería al inicio no tiene ni demasiada inteligencia o santidad ni madurez. Tiene su raíz en algo, digámosle, bien primario: el fútbol; peor aun, al club que se asocia con el diablo. Sí, aunque no me deje del todo bien parado estoy preocupadísimo por mi querido Independiente. Todos los amantes del fútbol podrían decir que comparten ese sentimiento (no digo casualmente “todos” sino que creo que la posibilidad de descender sería un golpe para todo el fútbol), pero debo decirles que lo mío es especial.

Ruido

Un lugar común es... e nsordecerse con el ruido En el retorno al mundo fuera de las paredes del noviciado en ocasión de un tiempo de práctica laboral como parte de mi formación al sacerdocio, lo que más me llama la atención es el ruido. Puede que esto sea contradictorio para lo que uno se imaginaba de san Ignacio, al punto de que estas líneas puede estar haciéndome comprar el mote de mañoso. Sin embargo no hay nada de eso: el ruido es una realidad concreta y, por momentos, abrumadora. Es el ruido de la música del vecino que exalta la fecundidad del estilo musical inaugurado por los wachiturros en niveles impresionantes. Es el ruido de la promoción de chipa o de candidatos políticos bajo un mismo método igualmente ruidoso. Es el ruido de excusas para no asumir cargos en juntas vecinales ni en centros comunitarios. Es el ruido de predicadores y predicadoras espontáneas que no toleran el silencio de la intimidad. Es el ruido de músicos y musiqueros religiosos poco conscientes de

De los nuestros.

Un lugar común es... hablar de la sencillez de Francisco Unos meses atrás cuando atravesaba el arduo tercer trimestre del noviciado cerrado Martín Candia (me) compartió un texto de otro grande y me trajo tan buen sabor interior que por eso lo recuerdo y me ayuda a poner en palabras mucho de lo que Francisco  está inspirando en mí. El texto era de Sachieri y era uno de los tantos que escribe para la Revista El Gráfico . Ahí, con su particular estilo, criticaba los festejos desmedidos de fútbol al hacer un gol. No le gustaba que se preparen coreografías, se usen máscaras ni mensajes especiales. Decía que ese tipo de cosas marcaba un abismo con lo que ocurre en las pichangas de los barrios y así se perdía la ilusión de que el jugador que defiende mis colores sesa parecido a mi. Tal vez a alguno le puede parecer un cacho tirado de los pelos, pero eso mismo me pasa y me pasaba con el Papa; dando un paso de riesgo más, con la Iglesia, movimientos y comunidades. Desde los prim

Arquero por vocación

Esto de ser arquero me parece que no tiene ninguna explicación lógica. Sin embargo en uno de los buenos partidos jugados en el Monumental de Tuparenda, cuando el equipo rival no podía superar mi férrea defensa me gustó viajar a los orígenes de esta peculiar vocación. Estando en la escuela primaria una vez un amigo me preguntó en tono confidente: "¿A vos no te gusta el fútbol que querés ir al arco?" No recuerdo bien lo que contesté, pero sí tengo bien presente que mi elección por el arco no es una elección ni por descarte ni por martirio. Es decir que yo se que podría jugar en otras posiciones (aunque muchos no digan lo mismo), pero que lo que más me gusta es el arco. Saber que soy el defensor de los últimos y a la vez el capaz de emprender los más agresivos ataques me entusiasma. Tener el centro de atención sólo de a ratos y después poder disfrutar el fútbol desde adentro es otra cosa que siempre me gustó. También, y sólo cuando me dejan, poder dar indicaciones y o