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Mostrando entradas de marzo, 2018

Un mundo para Cande (Vivir después de Dachau II)

La segunda vez que fui al Campo de Concentración de Dachau ya no cargaba con el peso de la primera vez . Aun así la experiencia no fue menos movilizante. Fui con la expectativa de tener un cara a cara con Dios porque sentía que había mucho que hablar. Lo logré. Además, en esta visita se despertó algo más bien humanitario. Sentí compasión por la humanidad: por su pasado, por su presente, pero especialmente por su futuro. Este pensamiento me acompañó mucho mientras veía un joven matrimonio europeo que se paseaba por el campo de concentración empujando un cochecito con presumiblemente su hijo. Pensaba en esa creatura que estaba ahí seguramente desconociendo el horror por el que su carro andaba. Automáticamente pensé en mis sobrinos. No se si Dios elabora un ranking como los que yo suelo hacer con todo y para todo; pero si lo hiciera estoy seguro que mis sobrinos son los mejores del mundo. De todos ellos en particular en el rubro femenino la número uno es Candelaria, o Cande como

Vivir después de Dachau I

El campo de concentración de Dachau fue uno de los primeros de una red diseñada a la perfección por el régimen nacionalsocialista. Situado en las afueras de Munich, era modelo para todos los demás y semillero de futuros dirigentes de otros campos. Toda una escuela para hacer mal. Ahí se destinaban distintos tipos de presos con excéntricas justificaciones: la religión, el  país de origen, la inclinación sexual, antecedentes judiciales y opiniones  políticos. Sin terminar de entrar entre ninguno de estas categorías, fue el principal centro de detención de los sacerdotes. De hecho tres de las treinta barracas estaban destinados a ellos. Si bien estrictamente no fue un campo de exterminio, sí ocurrieron muertes por enfermedades varias y múltiples asesinatos, algunos de ellos perpetuados a través de una cámara de gas que no se terminó de usar en todo su esplendor. Con estos antecedentes no se me ocurre lugar en el mundo donde lo peor de la humanidad quede puesto  tan en evidencia. Ahí