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Mostrando entradas de agosto, 2020

Vivir globalizados

El domingo a la tarde me encontré viendo Bayern-PSG por la imperdible final de la Champions. En contra de mis preferencias, la escasez del fútbol hizo que me interesara por este partido entre dos equipos a los que no debo haber visto cinco veces en mis 33 años no poco futboleros. No importa. A falta de pan, buenas son las tortas. Será parte de esta nueva normalidad . Por la televisión me sorprendió ver que había banderas en lugar de hinchas, parlantes en lugar de aliento y el maldito VAR en lugar del árbitro soberano; parecería ser que lo único que nos va quedando de humanidad son los jugadores (y hasta cierto punto sobre todo por tratarse de unos cuantos alemanes). Por la televisión también me sorprendió no ver la pelota; estoy cada día más ciego. Pero como me enseñó el Lucho -chicato conocido- la pelota en el fútbol más o menos tiene el mismo recorrido. No es la habilidad. Es la física, la naturaleza o como quieran decirlo. Es lo que es, es lo que somos. Y de eso quería escribir.

Una hermana de cuarenta

Cuando en Chile fueron las 23, del otro lado de la Cordillera que hay una hora más, mi hermana  estuvo cumpliendo cuarenta años. Y a mí me parece un montón y me impacta. Sé que la vejez es otra cosa. No. Es otra cosa. Es el impacto de tener una hermana de cuarenta años y de esta manera abrir la puerta a que inexorablemente empiecen a ser más. El impacto se remonta a mi niñez cuando mi mamá cumplió cuarenta años. Yo no tenía ni diez años y no me acuerdo mucho de los festejos o esas cosas. Sí me acuerdo que en el colegio, donde muchos de mis amigos eran los hijos mayores, yo ocultaba su edad. Era un poco por ella y también un poco por mí, pero creo que recién cuando cumplió 42 yo blanquié que ya no tenía 38 como mantuve por años. En Chile me dirían mamón . Ella está en igual situación y no hay mucho que hacer. Ahora que somos grandes , me parece infantil ocultar su edad. Ni siquiera disimularla. Al final de cuentas, cumplir años siempre será una bendición y un regalo poco evidente cuan