“¿Dónde está el Resucitado?”, la señora me preguntó.
No supe responderle más por sorpresa
que por equivocación.
No vayan a pensar que la señora no
estaba cuerda,
sino que era recta su intención.
Si hay imagen -lindísima- del
crucificado,
bien podría haber una imagen del
resucitado
¿Podría ver una imagen del
resucitado?
No llegué a formularle nada,
pero su preocupación resonó en mi
interior.
Con un poco del paso del tiempo y
otro poco de oración
quisiera a su inquietud responder
hoy.
El otro día señora, pensando un poco en usted y otro poco en Dios, me detuve en unos pájaros. No me pregunte en cuáles. Disculpe, tampoco sé demasiado de pájaros. No lo tome como nada personal, sino como expresión de que usted realmente me hizo meditar. Me impresionó mucho ese andar que es volar. Pájaros que quiebran el estático escenario del ser, del estar. Ponen de manifiesto en su vuelo los distintos planos de la vida y para este proyecto de cura al que le cuesta ver de lejos, le enseñan lo que está acá con lo que está más allá. Ambas realidades no se quiebran, sino que se continúan. El más allá no se ve, pero se intuye. Es donde los pájaros dejan de verse. Es donde la luz del sol obnubila y dan ganas de sostener la mirada más de lo efectivamente posible. Ahí también hay resurrección.
No quiero ventilar intimidades de lo que escuché, de lo que pude ser testigo, pero a fin de completar mi respuesta permítame señora compartir algo más. Me impresiona mucho ver a personas golpeadas, con heridas profundas que van siendo sanadas por el amor infinito. No es el mío. Es el de Dios. Sanación que no es olvido, hacerse el distraído y mucho menos superación. Es sencillamente resurrección. Tomás descubre al resucitado poniendo el dedo en la llaga. El resucitado es el crucificado. El resucitado quedó herido: un poco en los pies, en las manos, en el costado y en el alma ¿Sabía, señora, que después de los incendios del sur hay gente que está plantando nuevos árboles cuyo crecimiento apenas intuirán? El bosque quemado, es el bosque plantado ¡Resucitó!
Finalmente, no por hacerme el piadoso quisiera hablar de la Comunión. Presencia real de Jesucristo. Mesa de hermanos. Altar de sacrificio. Adoración de hoy. Decía mi -buen- profesor de Eucaristía que Dios se hace presente de mucho modos, y su presencia real se da en la hostia consagrada. Blasfemo atrevimiento o misterio de amor ¡Resurrección! Dios ahí se hace presente. Presente también significa regalo. Todo Dios ahí para mí; y para usted también, señora. Ahí donde entrar en intimidad, donde aprender a mirar, donde saber esperar.
Por eso, señora, si usted encuentra una imagen capaz de expresar la belleza, la alegría, la irrupción en sorpresa, mi admiración, la esperanza, la emoción… arrodíllese: estará viendo a Dios. Y espero que no considere un atrevimiento que le pida que, si está ahí, salude de mi parte a mis abuelos que ya partieron y a mi hermano James. Si usted está viendo a Dios, es probable que ellos también estén por ahí. Ahí nos veremos, ahí estaremos, ahí seremos. Mientras tanto acá seguimos entre heridos y prodigios, entre ausencias y presencias, entre tanto amor y algo de dolor, buscando como a tientas tocar la resurrección.
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