Un lugar comun es... candidatear personas para que sean parte de la familia.
En tiempos de campaña políticas me pongo a hablar de candidaturas. No se trata de las famosas testimoniales, sino de la acción de candidatear como Lugar Común. En este caso me referiré a las candidaturas para entrar en la familia.
Hay personas, hombres y mujeres, que después de conocerlas en distintos ámbitos uno quisiera tenerlas cerca: ya sea como amigos o como parte de la familia. A partir de ahí se transforman en el candidato de la familia para ser el novio/a de alguna hija/o. Esto ocurre en todas las familias al punto que ya queda constituido como un Lugar Común. A mi experiencia me remito.
Tuvo que pasar mucho tiempo para que yo me diera cuenta que con frecuencia era tildado como el cuñado ideal o el yerno ideal (más allá de no haber sido considerado, nunca, el hombre ideal).
La primera experiencia fue cuando yo estaba en séptimo grado. Por ese entonces el colegio preparó una representación del Via Crucis y me encomendó la noble misión de representar al mismo Jesús. Fue desde aquel día en que la madre de Santino, el compañero nuevo de la camada, me pensó como el novio ideal para Magdalena, su hija. Al principio me llamaba la atención el ímpetu que ella ponía para que forjara una fuerte amistad con Santino. Los esfuerzos fueron inútiles: jamás salí con Magdalena y tampoco fui tan amigo desde un principio del “nuevo” devenido ahora en un prolijo estudiante de medicina.
Casi como una constante se da que todas las amigas de mi madre, Lucía, me ven como el candidato para sus hijas. Cuando ellas se juntaban todas las tardes a tomar un café y aparecía yo después del colegio por lo primero que se interesaban era por mi estado civil. Después de un tiempo me fui encontrando con las distintas hijas, ante quienes uno debe hacer el esfuerzo de ser lo más fiel posible a la imagen que sus madres han construido sobre mi. En todos los casos el diálogo termina con una pregunta en tono desilusionado: “¿vos eras el candidato ideal para mi, según mi vieja?”
Otro caso muy particular se dio hace no mucho tiempo cuando me tocó compartir la misión con Mariana, la madre de Jaso (como le decimos a mi amigo novicio de Schoenstatt). Después de aquella experiencia quedó tan entusiasmada conmigo que vio en mi el candidato ideal para su hija. Era demasiada presión así que esa pareja nunca tuvo posibilidades. Lo curioso es que tiempo después mi hermano terminó poniéndose de novio con aquella persona a quien le decían que yo era su candidato ideal.
El caso más original es el más reciente. La hermana de mi cuñado me veía como el candidato ideal para una compañera de trabajo que había conocido hace pocas semanas. Con esa convicción me dio el teléfono y me la jugué. La invité a salir y por más de que la pasamos “divino” no prosperó. Lo complicado en esos casos es que cuando uno sale, sale también con el personaje que ha sido construido sobre uno. Más allá de eso vale la pena siempre salir.
Por último me refiero al caso más comprometedor. Un amigo (que también es “como” hermano) cree que soy un buen candidato para su hermana Carolina. No pasa con frecuencia que sea el propio hermano el “entregador”, pero él ve en mi una persona valiosa. Además de tenerlo bastante engañado por aquella última afirmación, debo admitir también que para mi también estaría buenísimo ser su cuñado. Digo esto no sólo porque me parece muy buena gente, sino también porque Carolina es muy linda. Pequeño detalle: Cari –como le dicen las amigas- está teniendo una relación bordó desde hace un año y medio
Más allá de estas buenas candidaturas, como buen político, jamás he ganado alguna. Será cuestión de esperar a que alguien me candidatee como el novio ideal.
Antes de terminar una aclaración para el estimador lector. Los hechos aquí descriptos pueden relacionarse con la realidad lo cual no es pura coincidencia; solamente deberá identificar a los nombres cambiando todas las letras que los componen con excepción de la primera y la última.
En tiempos de campaña políticas me pongo a hablar de candidaturas. No se trata de las famosas testimoniales, sino de la acción de candidatear como Lugar Común. En este caso me referiré a las candidaturas para entrar en la familia.
Hay personas, hombres y mujeres, que después de conocerlas en distintos ámbitos uno quisiera tenerlas cerca: ya sea como amigos o como parte de la familia. A partir de ahí se transforman en el candidato de la familia para ser el novio/a de alguna hija/o. Esto ocurre en todas las familias al punto que ya queda constituido como un Lugar Común. A mi experiencia me remito.
Tuvo que pasar mucho tiempo para que yo me diera cuenta que con frecuencia era tildado como el cuñado ideal o el yerno ideal (más allá de no haber sido considerado, nunca, el hombre ideal).
La primera experiencia fue cuando yo estaba en séptimo grado. Por ese entonces el colegio preparó una representación del Via Crucis y me encomendó la noble misión de representar al mismo Jesús. Fue desde aquel día en que la madre de Santino, el compañero nuevo de la camada, me pensó como el novio ideal para Magdalena, su hija. Al principio me llamaba la atención el ímpetu que ella ponía para que forjara una fuerte amistad con Santino. Los esfuerzos fueron inútiles: jamás salí con Magdalena y tampoco fui tan amigo desde un principio del “nuevo” devenido ahora en un prolijo estudiante de medicina.
Casi como una constante se da que todas las amigas de mi madre, Lucía, me ven como el candidato para sus hijas. Cuando ellas se juntaban todas las tardes a tomar un café y aparecía yo después del colegio por lo primero que se interesaban era por mi estado civil. Después de un tiempo me fui encontrando con las distintas hijas, ante quienes uno debe hacer el esfuerzo de ser lo más fiel posible a la imagen que sus madres han construido sobre mi. En todos los casos el diálogo termina con una pregunta en tono desilusionado: “¿vos eras el candidato ideal para mi, según mi vieja?”
Otro caso muy particular se dio hace no mucho tiempo cuando me tocó compartir la misión con Mariana, la madre de Jaso (como le decimos a mi amigo novicio de Schoenstatt). Después de aquella experiencia quedó tan entusiasmada conmigo que vio en mi el candidato ideal para su hija. Era demasiada presión así que esa pareja nunca tuvo posibilidades. Lo curioso es que tiempo después mi hermano terminó poniéndose de novio con aquella persona a quien le decían que yo era su candidato ideal.
El caso más original es el más reciente. La hermana de mi cuñado me veía como el candidato ideal para una compañera de trabajo que había conocido hace pocas semanas. Con esa convicción me dio el teléfono y me la jugué. La invité a salir y por más de que la pasamos “divino” no prosperó. Lo complicado en esos casos es que cuando uno sale, sale también con el personaje que ha sido construido sobre uno. Más allá de eso vale la pena siempre salir.
Por último me refiero al caso más comprometedor. Un amigo (que también es “como” hermano) cree que soy un buen candidato para su hermana Carolina. No pasa con frecuencia que sea el propio hermano el “entregador”, pero él ve en mi una persona valiosa. Además de tenerlo bastante engañado por aquella última afirmación, debo admitir también que para mi también estaría buenísimo ser su cuñado. Digo esto no sólo porque me parece muy buena gente, sino también porque Carolina es muy linda. Pequeño detalle: Cari –como le dicen las amigas- está teniendo una relación bordó desde hace un año y medio
Más allá de estas buenas candidaturas, como buen político, jamás he ganado alguna. Será cuestión de esperar a que alguien me candidatee como el novio ideal.
Antes de terminar una aclaración para el estimador lector. Los hechos aquí descriptos pueden relacionarse con la realidad lo cual no es pura coincidencia; solamente deberá identificar a los nombres cambiando todas las letras que los componen con excepción de la primera y la última.
Comentarios
jaja y no apagues el auto!!
muy buenoo suertee
lulii
no sé porqué pero me sentí identificado...
muy bueno jhonyy...
Ahora, te das cuenta? Siempre fuiste un botón y encima mal árbitro. Cómo me voy a hacer íntimo de un pibe así???? Si no hubiera sido por eso, capaz en este momento te estarìa diciendo cuñado...
Saludos animal, seguí deleitando lectores.
Ya que estamos, ¿Magdalena sigue soltera? jajajaja no mentira, que si tu vieja se entera que yo estoy haciendo estos comenatrios viene a casarme.
Abrazo, sigamos adelante.
Veo un dejo elitista en tus comentarios cosa que creo que no va con la representación de Jesus.
Y ademas un poco vanidoso.
En fin será cuestión de salir un poco de la pequeña burbuja.
Saludos.
Antonio
Respondo a sus inquietudes.
Es cierto, estoy muy pendiente del entorno. Creo que es algo propio de nuestros tiempos y que me he encargado de cuestionar en algunas notas. Lamentablemente este mundo nos va erosionando la libertad para mostrarnos a lo "común" como la única realidad. Así vivimos -vivo- pendiente del todocomun que nos ofrece el medio.
Pr otro lado le confieso que no creo hacer tantos juicios. En su mayoría son observaciones críticas... lo cual me parece que no está mal hacer. El error sería si yo pensara que la única verdad o que el único juicio válido es la que yo escribo. Entonces puede ser que haga algunos juicios, pero se que no son absolutos. Para ello me paro desde mis principios y mi cosmovión (buena o mala, completa o incompleta, profunda o superficial, o como quiera Ud juzgar).
Ve en mi un dejo de elitismo. Sinceramente no se a qué se refiere puntualmente con eso y si me dice que no va con la "representación" (confieso que me ha llamado la atención que use esa palabra) de Jesús, le puedo decir que son muchas mis cosas que no "van" -lamentablemente- con Jesús.
Coincido plenamente en que soy un poco vanidoso. Admito que representa una pelea interna importante como también la tengo con la soberbia, la intolerancia y tantas cosas más.
Me aconseja salir de la pequeña burbuja. Le agradezco la sugerencia y sinceramente me encuentro un poco con esas intenciones. De alguna manera este blog trata de mostrar -y a la vez de iluminar- un camino de libertad que añoro y que muchas veces rechazamos a través de diversas acciones por privilegiar la seguridad, el Lugar Común.
Agradezco nuevamente su comentario y le pido perdón por si se sintió afectado por algo que escribí. Con sinceridad le digo que son afirmaciones que no pretendo absolutizar.
Espero verlo nuevamente por estos lugares para poder así -juntos- ir saliendo de esta pequeña burbuja del todocomun.