Hace unos días comentaba que el Reino de Dios se estaba haciendo presente en y desde Puente Alto. No quisiera caer en lecturas
meramente románticas o bañadas de ingenuidad. Más bien, no solamente eso. Por el
contrario, es claro que la venida del Reino no implica la superación de todo
mal. De todas maneras, el Reino de Dios está viniendo. Y viene en estricta
coherencia con lo anunciado por Jesucristo y por lo prometido a través de los
profetas. Yo Juan, soy testigo de eso y
quisiera dar testimonio.
Una de las palabras que
caracteriza este reinado de Dios es la solidaridad. Estos tiempos de pandemia
han hecho resucitar esta palabra. Es que “la palabra «solidaridad» está un
poco desgastada y a veces se la interpreta mal, pero es mucho más que algunos
actos esporádicos de generosidad. Supone crear una nueva mentalidad que piense
en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación
de los bienes por parte de algunos” EG 188.

Esto se coronó hace unos días con
una señora que trajo unos porotos y dos sopas que ella había recibido de parte
de la Municipalidad, con la conciencia de que hay gente que necesita más o
igual que ella. Son historias que marcan y conmueven al mismo tiempo que me
enseñan. Confirman la escuela que es estar-con las personas. En el fondo sé que
no descubro nada nuevo. “Una cultura popular evangelizada contiene valores
de fe y de solidaridad que pueden provocar el desarrollo de una sociedad más
justa y creyente, y posee una sabiduría peculiar que hay que saber reconocer con
una mirada agradecida” EG 68.

Comentarios