Un lugar comun es... ajustar arbitrariamente el sentido de las palabras.
Una singular característica del lenguaje español es la cantidad de términos multívocos (palabras con distintos significados). Esto representa una gran riqueza para nuestra lengua (en contraposición con el inglés), pero también puede generar algunos malentendidos o, en casos extremos, pueden terminar generando que un término por su amplitud se transforme en vago. Esto ocurre a menudo y por eso caemos en los Lugares Comunes del lenguaje: evitamos incomodidades usando palabras que todos usan, más allá de que en realidad no signifiquen lo que queremos decir. Suena complejo, pero algunos ejemplos podrán iluminar este tema.
Decir que una persona es pobre suena feo y hasta discriminatorio. Por eso preferimos hablar de humildad. Y así caemos en un Lugar Común llamando al carnicero humilde por el hecho de vivir una vida dura. Grave error: eso no es ser humilde. Un carnicero humilde sería aquel que no acepta los elogios por su carne reconociéndole méritos al proveedor.
Una película, un libro o un trabajo pueden resultar incomprensible. Reconocer la incapacidad para comprender sería colgarnos el cartel de infradotados, por eso recurrimos rápidamente a los Lugares Comunes del lenguaje y decimos que en realidad es original. Si hablamos de original en ese sentido, ¿cómo calificamos a los videos y los libros que no son truchos ni iguales?
Decir que alguien es feo puede parecer violento. Por eso nos sentimos con la presión de reconocerle otras virtudes. Así es como decidimos calificarla de simpática, algo que parece muy poco demostrable… o al menos mucho menos que la belleza humana.
Sería raro encontrarse con mujeres que se reconozcan rápidas. Su mera declaración puede resultar escandalosa y hasta puede generar decepciones en el sexo opuesto. Por eso prefieren que se las diga “guerreras”.
En la gran gilada que los periodistas han convertido el fútbol nadie se atreve decir que Riquelme es un cagón o es un traidor a la Patria. Prefieren usar otros términos como que “Román juega a otra velocidad o que no ha rendido en la selección como en su equipo”.
En estos días me han dicho una frase repetidas veces. Para decirme que me corté mucho el pelo me dicen: “te cortaste el pelo mal”. Ante esto me sorprendo por la sinceridad que puede significar que alguien me critique abiertamente el pelo. Sin embargo luego me aclaran que dicen mal por mucho. Me deja más tranquilo.
Palabras y sentidos que muchas veces no van de la mano. Buena metáfora de estos tiempos donde hemos vaciado La palabra y hemos vaciado palabras como justicia, amor, libertad, amistad e igualdad para ajustarlas a nuestros intereses. Tal vez el día en que empecemos a llamar las cosas por su nombre podremos saber mucho mejor quiénes somos, qué queremos y a dónde vamos.
Una singular característica del lenguaje español es la cantidad de términos multívocos (palabras con distintos significados). Esto representa una gran riqueza para nuestra lengua (en contraposición con el inglés), pero también puede generar algunos malentendidos o, en casos extremos, pueden terminar generando que un término por su amplitud se transforme en vago. Esto ocurre a menudo y por eso caemos en los Lugares Comunes del lenguaje: evitamos incomodidades usando palabras que todos usan, más allá de que en realidad no signifiquen lo que queremos decir. Suena complejo, pero algunos ejemplos podrán iluminar este tema.
Decir que una persona es pobre suena feo y hasta discriminatorio. Por eso preferimos hablar de humildad. Y así caemos en un Lugar Común llamando al carnicero humilde por el hecho de vivir una vida dura. Grave error: eso no es ser humilde. Un carnicero humilde sería aquel que no acepta los elogios por su carne reconociéndole méritos al proveedor.
Una película, un libro o un trabajo pueden resultar incomprensible. Reconocer la incapacidad para comprender sería colgarnos el cartel de infradotados, por eso recurrimos rápidamente a los Lugares Comunes del lenguaje y decimos que en realidad es original. Si hablamos de original en ese sentido, ¿cómo calificamos a los videos y los libros que no son truchos ni iguales?
Decir que alguien es feo puede parecer violento. Por eso nos sentimos con la presión de reconocerle otras virtudes. Así es como decidimos calificarla de simpática, algo que parece muy poco demostrable… o al menos mucho menos que la belleza humana.
Sería raro encontrarse con mujeres que se reconozcan rápidas. Su mera declaración puede resultar escandalosa y hasta puede generar decepciones en el sexo opuesto. Por eso prefieren que se las diga “guerreras”.
En la gran gilada que los periodistas han convertido el fútbol nadie se atreve decir que Riquelme es un cagón o es un traidor a la Patria. Prefieren usar otros términos como que “Román juega a otra velocidad o que no ha rendido en la selección como en su equipo”.
En estos días me han dicho una frase repetidas veces. Para decirme que me corté mucho el pelo me dicen: “te cortaste el pelo mal”. Ante esto me sorprendo por la sinceridad que puede significar que alguien me critique abiertamente el pelo. Sin embargo luego me aclaran que dicen mal por mucho. Me deja más tranquilo.
Palabras y sentidos que muchas veces no van de la mano. Buena metáfora de estos tiempos donde hemos vaciado La palabra y hemos vaciado palabras como justicia, amor, libertad, amistad e igualdad para ajustarlas a nuestros intereses. Tal vez el día en que empecemos a llamar las cosas por su nombre podremos saber mucho mejor quiénes somos, qué queremos y a dónde vamos.
Comentarios
Esta bien, ja?
Un abrazo
PEDRO