Un lugar comun es... buscar acercarnos a las mujeres a través del baile.
En este camino de pensar y entrar en los lugares comunes hoy quisiera detenerme en un lugar común que nos afecta a todos: el baile. No me refiero al baile clásico de algún mariposón con trajes que le marcan el cuerpo, sino al baile como el modo de comunicación y de relación con el sexo opuesto ¿Alguna vez alguien pensó en esto con un poco de objetividad, tratando de salir de lo común que nos resulta salir a bailar?
Somos herederos de una larga tradición, de una larga historia de hombres y mujeres que se vincularon por el baile. No tengo idea quién habrá sido el primero. Pero la verdad es que aquella persona que lo inventó, lo definió o la impuso fue, como mínimo, un desgraciado. No quiero que con esto me tilden de conservador, de tipo raro o de anticuado. Sencillamente pretendo dar una mirada común sobre un lugar común, pero que en realidad no es nada común. En definitiva esto es tratar de mirar con un poco de objetividad algo que es frecuente y que justamente por su repetición se transforma en algo común. La repetición de actos termina transformándolo en algo establecido, pero ¿por qué demonios tiene que ser así?
Se que por lo que voy a decir me van a juzgar o van a posar una mirada crítica, pero aún así asumo un punto de partida inobjetable: a ningún varón le encanta bailar. Sin ser tan tajante: la mayoría de los hombres prefieren hacer otras cosas antes que bailar. No digo todos porque uno se encuentro cada tanto con algún personaje que baila tango, chamamé o clásico y lo hace con placer. Fuera de ellos al resto de los hombres preferimos otras cosas. Un partido de fútbol (por más de que sea un solteros contra casados o haya que hacer cien kilómetros entre idas y vueltas). Un buen recital en un teatro, en un estadio o en uno de esos antros a los que nuestros amigos rockeros del under nos hacen ir. Un buen programa de tele, también genera más interés que ir a bailar. Un asado, aunque sea acompañado por un vino de cartón ¡Y hasta una grande de moozarela preferimos antes que bailar! A las mujeres les paso lo contrario. Lo ven como expresión de feminidad, sensualidad y les ¡divierte! Entonces, queridos hombres lectores, ¿por qué nos hemos sometido a este atropello del sexo opuesto de hacernos bailar para estar con ellas? ¿Por qué no las hacemos jugar un cabeza para que ellas estén con nosotros?
Lo se, muchos pensarán que en realidad les gusta bailar. Bueno, querido lector, eso es una profunda mentira. El problema está en que de tanto hacer algo uno termina pensando que le gusta. O tal vez lo que en realidad le gusta no es tanto el acto de bailar sino el de compartir. Pero a mi no me vengan con engaños: a la mayoría de los hombres no les gusta bailar. Si esto no fuera cierto, y a todos los que vamos a bailar con alguna frecuencia nos gustara bailar, las escuelas de comedia musical estarían colapsadas y hoy Valeria Lynch tendría más fama que el Papa.
Bailar. Maldita palabra. Tener que mover sincronizadamente distintas partes del cuerpo y a su vez hacerlo de un modo armónico con la música. Misión cuasi imposible. Son pocos los que lo logran con alguna facilidad. El resto debemos recurrir a otras fórmulas viejas y ya probadas.
Recordar algún pasito que si bien es bastante amanerado está validado por todos y encontramos en eso alguna seguridad. El canto, aunque sea por fonética y solamente del estribillo, con una fuerza como si cantáramos el himno. El baile haciendo pistolita intentando seguir el ritmo o disimulando el no saber qué hacer con los brazos (única circunstancia en la que me gustaría ser manco). Otros más osados recurren a la representación de la letra de la canción. Todos creen que lo hacen porque les gusta. Mentira. En definitiva lo que hay detrás de eso es enormes dificultades para bailar y un modo de salir al paso. Es tan válido eso como otras prácticas. Es que realmente si ese es el único camino para poder estar con una mujer soy capaz de hacer pistolita, actuar canciones y hacer algún pasito maraca.
Voy un paso más. Creo que las dificultades por el baile son causa remota de otro tipo de problemas sociales, como el alcohol y la droga. Es que con total sinceridad soy tan de madera que soy capaz de mamarme para tratar de salir adelante. O dicho de otra manera, probablemente la gente se mamaría mucho menos si el modo de relación con las mujeres no fuera el baile.
Por qué no pensar en otra alternativa. Que en lugar de “salir a bailar” sea “salir a comer”. Entonces en lugar de música escucharíamos el ruido del carbón y la voz armoniosa de las mujeres (y no ese grito insoportable que debemos escuchar cuando ellas tienen algo que decirnos mientras bailamos). Si esta fuera la costumbre, hoy en lugar de hablar de boliches hablaríamos de los distintos parripollos y en lugar de hablar de músicos hablaríamos de comidas y en lugar de hablar de cortes musicales hablaríamos de cortes vacunos, no? Y por qué no buscar algo que nos culturice. Que el encuentro sea a través de muchos juegos de mesa: trivial, ajedrez, juego de la vida, TEG (piensen un Pacha colmado de gente tirando los dados y atacando Kamtchatka contra Australia), damas, pictionary u otros. O más elevado todavía. Que el punto de encuentro sean las lecturas. Entonces en lugar de pedir canciones pediríamos libros. En lugar de hacer pasitos poco masculinos representaríamos tragedias griegas o fantásticos relatos de Alejandro Casona. Más sano todavía: el deporte. Cualquiera: básquet, ping pong, fútbol tenis, maratones. En esos casos el sinónimo de punto de encuentro no sería Pacha o Caix, sino que sería Megatlon ¿Y si jugamos al truco? Parejas mixtas, todos contra todos en grandes salas.
Yo, al menos, lo veo difícil y tampoco me terminan de cerrar las alternativas. Estamos metidos en el baile, habrá que seguir bailando…
En este camino de pensar y entrar en los lugares comunes hoy quisiera detenerme en un lugar común que nos afecta a todos: el baile. No me refiero al baile clásico de algún mariposón con trajes que le marcan el cuerpo, sino al baile como el modo de comunicación y de relación con el sexo opuesto ¿Alguna vez alguien pensó en esto con un poco de objetividad, tratando de salir de lo común que nos resulta salir a bailar?
Somos herederos de una larga tradición, de una larga historia de hombres y mujeres que se vincularon por el baile. No tengo idea quién habrá sido el primero. Pero la verdad es que aquella persona que lo inventó, lo definió o la impuso fue, como mínimo, un desgraciado. No quiero que con esto me tilden de conservador, de tipo raro o de anticuado. Sencillamente pretendo dar una mirada común sobre un lugar común, pero que en realidad no es nada común. En definitiva esto es tratar de mirar con un poco de objetividad algo que es frecuente y que justamente por su repetición se transforma en algo común. La repetición de actos termina transformándolo en algo establecido, pero ¿por qué demonios tiene que ser así?
Se que por lo que voy a decir me van a juzgar o van a posar una mirada crítica, pero aún así asumo un punto de partida inobjetable: a ningún varón le encanta bailar. Sin ser tan tajante: la mayoría de los hombres prefieren hacer otras cosas antes que bailar. No digo todos porque uno se encuentro cada tanto con algún personaje que baila tango, chamamé o clásico y lo hace con placer. Fuera de ellos al resto de los hombres preferimos otras cosas. Un partido de fútbol (por más de que sea un solteros contra casados o haya que hacer cien kilómetros entre idas y vueltas). Un buen recital en un teatro, en un estadio o en uno de esos antros a los que nuestros amigos rockeros del under nos hacen ir. Un buen programa de tele, también genera más interés que ir a bailar. Un asado, aunque sea acompañado por un vino de cartón ¡Y hasta una grande de moozarela preferimos antes que bailar! A las mujeres les paso lo contrario. Lo ven como expresión de feminidad, sensualidad y les ¡divierte! Entonces, queridos hombres lectores, ¿por qué nos hemos sometido a este atropello del sexo opuesto de hacernos bailar para estar con ellas? ¿Por qué no las hacemos jugar un cabeza para que ellas estén con nosotros?
Lo se, muchos pensarán que en realidad les gusta bailar. Bueno, querido lector, eso es una profunda mentira. El problema está en que de tanto hacer algo uno termina pensando que le gusta. O tal vez lo que en realidad le gusta no es tanto el acto de bailar sino el de compartir. Pero a mi no me vengan con engaños: a la mayoría de los hombres no les gusta bailar. Si esto no fuera cierto, y a todos los que vamos a bailar con alguna frecuencia nos gustara bailar, las escuelas de comedia musical estarían colapsadas y hoy Valeria Lynch tendría más fama que el Papa.
Bailar. Maldita palabra. Tener que mover sincronizadamente distintas partes del cuerpo y a su vez hacerlo de un modo armónico con la música. Misión cuasi imposible. Son pocos los que lo logran con alguna facilidad. El resto debemos recurrir a otras fórmulas viejas y ya probadas.
Recordar algún pasito que si bien es bastante amanerado está validado por todos y encontramos en eso alguna seguridad. El canto, aunque sea por fonética y solamente del estribillo, con una fuerza como si cantáramos el himno. El baile haciendo pistolita intentando seguir el ritmo o disimulando el no saber qué hacer con los brazos (única circunstancia en la que me gustaría ser manco). Otros más osados recurren a la representación de la letra de la canción. Todos creen que lo hacen porque les gusta. Mentira. En definitiva lo que hay detrás de eso es enormes dificultades para bailar y un modo de salir al paso. Es tan válido eso como otras prácticas. Es que realmente si ese es el único camino para poder estar con una mujer soy capaz de hacer pistolita, actuar canciones y hacer algún pasito maraca.
Voy un paso más. Creo que las dificultades por el baile son causa remota de otro tipo de problemas sociales, como el alcohol y la droga. Es que con total sinceridad soy tan de madera que soy capaz de mamarme para tratar de salir adelante. O dicho de otra manera, probablemente la gente se mamaría mucho menos si el modo de relación con las mujeres no fuera el baile.
Por qué no pensar en otra alternativa. Que en lugar de “salir a bailar” sea “salir a comer”. Entonces en lugar de música escucharíamos el ruido del carbón y la voz armoniosa de las mujeres (y no ese grito insoportable que debemos escuchar cuando ellas tienen algo que decirnos mientras bailamos). Si esta fuera la costumbre, hoy en lugar de hablar de boliches hablaríamos de los distintos parripollos y en lugar de hablar de músicos hablaríamos de comidas y en lugar de hablar de cortes musicales hablaríamos de cortes vacunos, no? Y por qué no buscar algo que nos culturice. Que el encuentro sea a través de muchos juegos de mesa: trivial, ajedrez, juego de la vida, TEG (piensen un Pacha colmado de gente tirando los dados y atacando Kamtchatka contra Australia), damas, pictionary u otros. O más elevado todavía. Que el punto de encuentro sean las lecturas. Entonces en lugar de pedir canciones pediríamos libros. En lugar de hacer pasitos poco masculinos representaríamos tragedias griegas o fantásticos relatos de Alejandro Casona. Más sano todavía: el deporte. Cualquiera: básquet, ping pong, fútbol tenis, maratones. En esos casos el sinónimo de punto de encuentro no sería Pacha o Caix, sino que sería Megatlon ¿Y si jugamos al truco? Parejas mixtas, todos contra todos en grandes salas.
Yo, al menos, lo veo difícil y tampoco me terminan de cerrar las alternativas. Estamos metidos en el baile, habrá que seguir bailando…
Comentarios
Que empieces bien la semanaa, besoo. Luli
pd. ese es el mail para alguna chica q no le guste bailar jajajaja
Santi, un choto bailando, se nota?
PD: www.losprittyboys.blogspot.com
me encanta bailar
PD: www.notengoblog.blogspot.com
Un beso grande
Agus!!
siga el baile, siga el baile!
porque ya sea en los juegos como en los deportes, el objetivo de cualquier participante es
"bailar al rival"
¿que me decis?
Muy buen escrito juan, un abrazo!
Nacho Ragone
Con la certeza de que pronto podamos escapar de este lugar, los animo a emprender conmigo este camino para seguir ilumniando otros lugares comunes.
Proponele a Clara que te financie algún emprendimiento en reemplazo del baile!!
Loli
Me dejaste una duda existencial, coño. Este viernes la resuelvo en Chic. Y vale la aclaración que además de blogger, Juan es peor que la Momia De Bellis en las pistas.
Un abrazo
Corra
P.D: Me sentí aludido en lo de las bandas under y los antros
Triste y facilista.
Triste y facilista.