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No es el fútbol. Es la vida.

Ya sé que son muchos los que a cada rato intentan ver el fútbol más allá del partido. Incluso debo admitir que no me caen del todo bien. En definitiva siempre creí que el fútbol era el partido. Es decir que uno gana, que otro pierde, que unos hacen goles, que otros reciben, que unos esperan y salen de contra y que otros salen a apretar a fondo (pero después los aprietan en el fondo). Insisto para mi el fútbol fue siempre eso. Fue, como dicen en el barrio, eso fue el fulbo o el futbol.

Pero no. Estaba equivocado.

No quisiera que con esto se me acuse inútilmente de vende humo o de hacer fulbito para la tribuna. Este año, este cuatrimestre, caí en la cuenta que es mucho –muchísimo- más que eso. La nota final puede haber sido las lágrimas que salieron de los ojos de Tete y que claramente no podían resultar simplemente de los goles hechos, de los no recibidos y mucho menos de la táctica.

Hoy estuve pensando bastante qué es eso que tiene el fútbol que nos pone así. Pensé mucho en el fútbol y pensé bastante también en ustedes. Sin dudas da para escribir un libro o pensarlo en la vida entera, pero van algunos pensamientos que me surgieron de dicha reflexión.

Como primera cosa –y tal vez lo fundamental- hay que decir que el fútbolnos pone así porque está lleno de vida, porque no es sólo el fútbol sino quees la vida. Pocas cosas en nuestros días nos hacen vivir tan intensamente lo que es la vida. En pocos momentos nos sentimos tan vivos –en el buen sentido- como cuando estamos dentro de una cancha. Acostumbrados a un medio que nos adormece y nos brinda seguridades en infinitos lugares comunes, el fútbol rompe con todos.

Algunos me dirán que en el fútbol la vida se ve restringida por las posiciones. Quienes vieron jugar en Tannat a Chomps sabrán entender que todo es relativo de acuerdo a las circunstancias de juego. El marcador de punta llegaba al área rival. El delantero era capaz de jugar de cinco. Y todo podía romperse cuando quedábamos mal parados para alguna contra imprevista. Y la vida verdadera tiene mucho de eso: nos toca vivir en determinadas posiciones, pero está en uno jugársela en función de lo que siente más propio.

Lo que construye el fútbol es el juego asociado. Mal que nos pese todos somos fundamentales, pero no tanto por lo que somos en sí mismos sino por lo que cada uno es capaz de dar para el equipo. Es decir Tete, nadie lo duda, era un valor en la defensa. Pero su valor no es tanto en sí mismo sino cuando se daba para el equipo: cuando iba a atacar con esos cabezazos siempre peligrosos, cuando hacía la individual y servía goles (o no tanto), cuando marcaba con firmeza a cualquier delantero rival.

Y la vida tiene mucho de eso. Nuestro gran valor, todo lo que todos nosotros valemos, no se ve reflejado cuando está en potencia sino cuando todo lo bueno se pone en juego. Cuando el que es divertido, divierte… cuando elque es generoso entrega.

En consecuencia de lo anterior es muy lindo lo que se va generando. Alguna vez escuché nombrarla como solidaridad de destinos. Esto significa que cada uno va dando lo mejor de sí con ese objetivo. De esta manera, si alguno cae es sostenido por todos. Esta unión y esta solidaridad de destinos se va generando partido a partido cuando todos tenemos en claro hacia dónde vamos: ganar –primero obvio- y pasarla bien. Esta solidaridad de destinos termina generando algo tan fuerte que al final de cuentas todos nosotros nos sentimos un mismo ser. Estoy tan entrañable y fielmente unido a ellos, que desde dentro una voz me dice siempre: en ellos repercuten tu ser y tu vida, deciden su aflicción o acrecientan su dicha. Más aun, al final eso generado fue tan fuerte que todos queríamos jugar y ganar no solo por nosotros mismos sino también por aquel que estaba jugando con nosotros, noqueríamos fallarle.

Al margen de esto hay que decir que el objetivo en común no conduce al uniformismo. Es decir que el tener que ganar no hace que todos juguemos pateando la pelota y tirando pelotazos hacia arriba (al menos no debería ser así). Cada uno tiene su posición. Y más importante que su posición cada uno tiene un modo de ser o jugar particular o como escuché decir, una originalidad. Es desde esa propia originalidad en la que uno le es útil al equipo. Cuando uno es fiel al propio modo de jugar –con las habilidades y tropiezos lógicos- el resultado es más accesible y la plenitud es más amplia.

Desde el fondo me emocionaba verlo jugar a Juan y a la vez me daba graciala noción de sus limitaciones –a pesar de que se hiciera el distraído-. Su originalidad no lo iba a llevar a hacer un gol maradoniano (como sí le podía pasar a Sebas), pero sabía dónde tenía que estar para molestar y a partir de ahí generar algún tipo de peligro.

Con el siguiente párrafo entro en un terreno donde fácilmente me tildarán de alcahuete. El bebe claramente no es un estudioso del fútbol. Sin embargo poco importó y cumplió con su rol –su originalidad- de buena manera. Noeran sus palabras, ni sus indicaciones lo que daban resultado. Lo más valioso era su presencia, su entusiasmo, su entrega, su coraje que lo distinguían desde lejos -lejísimos- y nos animaban a seguirlo.

Es la vida. Los que marcan el camino no son tanto los que saben sino los que se juegan. Escuchamos decir mucho más “es un jugado” que “es un craneo”. Y no digo esto por menospreciar el conocimiento. Por el contrario son tiempos en que ya no se espera que se hable sino que se actúe. Desde ahí esdonde se moviliza a la gente.

En nuestra corta historia de vida las camisetas fueron un tema. Al fin de cuentas Juan terminó haciendo lo que pudo y tuvimos nuestras camisetas. Noconformes con eso en más de una oportunidad tuvimos un buen plan b de lamano de las remeras del equipo de Mario Lobo y “petete” Trimarchi. Aun asíno pudimos evitar ponernos pecheras de dudoso gusto. Sin embargo lo que más jodía era el no poder lucir la gloriosa roja.

Y en la vida está bueno preguntarse con qué camiseta estamos jugando. Para qué lado pateamos. Quiénes están vestidos como nosotros. En la vida ladivisión rival/compañero es poco clara y por eso la confusión y la soledad noson tan poco frecuentes. Todos necesitamos saber contra quién jugamos y qué colores defendemos.

Termino con la sensación de que la proporción del texto no se corresponde con la cantidad de partidos. Fueron once partidos o en realidad diez. Sin embargo algo nos queda y sin exagerar creo que son muchas las cosas de este Tannat que nos quedarán de por vida. Al menos una sensación, una anécdota, un gol, un comentario, una previa…

De igual modo en la vida sabemos que nuestra vida, la cantidad de años que vivamos, serán muy pocos pensando en la cantidad de años que existen y existirán. Pero algo va a quedar o algo puede quedar. Si se terminara ahora el campeonato de nuestras vidas, ¿qué recuerdo dejaríamos? ¿De qué manera trascenderíamos?

Qué equivocado estaba. No es el fútbol. Es la vida. Solo que vivida y jugada en una cancha con amigos.

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