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Molestias de ida y vuelta en un viaje en ómnibus.

Un lugar comun es... lo que nos molestan las situaciones extremas de los viajes en ómnibus.


1. El molesto que se tira para atrás ni bien se sube clavando su respaldo en mis rodillas. El que no entiende mi cansancio y no me deja bajar mi asiento a fuerza de apretar sus rodillas sobre mi respaldo ¡Hubieran viajado en semi cama!

2. El azafato estructurado que hasta determinada hora nos mantiene a secas y no nos da ni un vaso con agua. El azafato extremadamente atento que interrumpe cualquier conversación o sueño sólo para darme un caramelo superacido.

3. El azafato chofer-frustrado y que por eso hace su laburo de mala gana. El azafato encantado con su trabajo y siente la necesidad de destacarse cumpliendo con brillantez su trabajo entregando caramelos, almohadas, frazadas y más caramelos sólo para lucirse.

4. La película de tiros insoportable que tiene tanta sangre que hasta parece que puede salpicarnos y nos obliga a mantener la atención. La mariconada de película que te ponen en tus narices donde sobreabunda el amor, las fotografías y las tomas lentas, obligándome a dormir.

5. La comida insabora, incolora e incípida que te sirven en una bandeja de plástico y que solo se come en caso de peligro de desnutrición. La comida con abundantes condimentos y tan caliente que quema las gambas y te perfuma con su olor.

6. El popularmente conocido como “lechero” que para en cuanto pueblo atraviesa, extendiendo el tamaño de cualquier provincia y que es capaz de frenar hasta para saludar al suegro del chofer. El expreso que va de punta a punta uniendo sólo capitales y olvidándose que hay gente que vive en lugares como Florencio Varela.

7. El asqueroso que envuelto en sus frazadas y mantas libera gases con ese olor especial. El molesto que entra al baño en cualquier momento pidiendo paso a cada rato hasta para sacarse los mocos.

8. El que viaja sin saber por dónde pasa ni de dónde viene y mucho menos por dónde va, lo que genera que ante cualquier necesidad de información me pregunte a mi. El viajero que parece que se tragó el GPS y va relatando el minuto a minuto del viaje, calculando km restantes para llegar, tiempo hasta destino, pueblos que se cruzan y sus características turísticas, económicas y gastronómicas más importantes.

9. El que, como en la vida, solamente le importa llegar. El que, como en la vida, hace de cada elemento del viaje un disparador para la reflexión filosófica o teológica.

10. El que, por temor a mostrar la hilacha o revelar información personal, permanece mudo durante todo el viaje. El que, despojado de cualquier vergüenza, hace comentarios y preguntas como “¿esos son los cerros tucumanos?” sólo para evitar silencios

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