Agostina fue al Michael Ham. Tiene 26 años y hasta junio de este año vivía con sus padres. Todo cambió en el mes de Julio cuando logró convencer a Tomi de irse a vivir juntos. Su novio, proveniente de una familia de de férrea doctrina católica, no le terminaba de cerrar la idea de irse a vivir juntos antes del matrimonio. Con el tiempo terminó cediendo. Ella manifestó su alegría a través de twitter: “hoy inauguro depto con Tomi; ninguna doctrina pudo frenar el deseo, por fin libertad”.
Darío vive a 750 km de la Ciudad capital de su provincia. Desde que hizo la primera comunión, hace unos veinte años atrás, aprovecha la visita anual del sacerdote para confesarse. En el mes de mayo un amigo lo convocó a jugar a un partido de fútbol para el mismo día en que iba el sacerdote. Darío en un primer momento lo dudó, pero después accedió valiéndose de los argumentos que su mismo amigo le dio: “a esta edad no me puedo esclavizar con esas cosas”.
María Marta tiene 60 años vive con su marido y sus hijos adolescentes a pocas cuadras del Parque Las Heras (o la antigua penitenciaria, como le gusta decir). Ella misma se proclama una vieja distinta y que tiene onda. En las reuniones de padres de sus hijos menores disimula su edad con comentarios que chocan un poco a los directivos del colegio. “Yo progresé; cuando cumplí cincuenta años miré para adelante y dejé de rezar el Rosario y de hacer esas cosas”.
Joaquín es un joven abogado que trabaja en un estudio gigante de esos que hacen de todo. Hace pocas semanas atrás se lo vio discutir acaloradamente con sus amigos en un bar de las Cañitas. El tema era el matrimonio homosexual que se debatía en esos días. Sin salirse de libreto repetía una y otra vez: “tenemos que progresar y tomarnos en serio este debate que nos debíamos como sociedad; y el progreso consiste en darle más libertad a los homosexuales”.
Susana se siente distinta. Está a pocos meses de cumplir los cuarenta años. En su círculo de amigas duda si es la crisis de la mitad de la vida lo que le genera esa sensación. En su intimidad sabe que la última visita al ginecólogo y la recomendación de las pastillas para que no tuviera más hijos (porque cuatro ya es demasiado) es una buena explicación. Siente como una menopausia anticipada. Cuando su marido le cuestiona que siga tomando las pastillas a pesar de sentirse tan mal, ella dice “dejame ser libre, yo no soy una mujer del Siglo XIX”.
Fermín tiene 15 años y toma cerveza a escondidas de sus padres. “Si ellos me ven me matan. De pedo me dejan salir después de desaprobar matemática y si encima me encuentran con la birra me olvido del mundo”. De todas maneras siente que vale la pena transgredir la norma cada vez que sale con sus amigos de GEBA. Son momentos puntuales en los que necesita ser un poco más libre.
* * * * * *
En nuestros tiempos se suele asociar la idea de norma o regla como un freno a la libertad y al progreso. Esto, lejos de tener algún punto de conexión con la realidad, se convirtió en un auténtico Lugar Común que justifica cualquier acción.
Cuando se inventó el avión no se rompió la ley de gravedad; se la estudió a fondo encontrando el verdadero sentido ¿No será un buen momento para recuperar el sentido a tantas normas y leyes que tenemos a nuestro alrededor? Sólo así el progreso será verdadero.
Darío vive a 750 km de la Ciudad capital de su provincia. Desde que hizo la primera comunión, hace unos veinte años atrás, aprovecha la visita anual del sacerdote para confesarse. En el mes de mayo un amigo lo convocó a jugar a un partido de fútbol para el mismo día en que iba el sacerdote. Darío en un primer momento lo dudó, pero después accedió valiéndose de los argumentos que su mismo amigo le dio: “a esta edad no me puedo esclavizar con esas cosas”.
María Marta tiene 60 años vive con su marido y sus hijos adolescentes a pocas cuadras del Parque Las Heras (o la antigua penitenciaria, como le gusta decir). Ella misma se proclama una vieja distinta y que tiene onda. En las reuniones de padres de sus hijos menores disimula su edad con comentarios que chocan un poco a los directivos del colegio. “Yo progresé; cuando cumplí cincuenta años miré para adelante y dejé de rezar el Rosario y de hacer esas cosas”.
Joaquín es un joven abogado que trabaja en un estudio gigante de esos que hacen de todo. Hace pocas semanas atrás se lo vio discutir acaloradamente con sus amigos en un bar de las Cañitas. El tema era el matrimonio homosexual que se debatía en esos días. Sin salirse de libreto repetía una y otra vez: “tenemos que progresar y tomarnos en serio este debate que nos debíamos como sociedad; y el progreso consiste en darle más libertad a los homosexuales”.
Susana se siente distinta. Está a pocos meses de cumplir los cuarenta años. En su círculo de amigas duda si es la crisis de la mitad de la vida lo que le genera esa sensación. En su intimidad sabe que la última visita al ginecólogo y la recomendación de las pastillas para que no tuviera más hijos (porque cuatro ya es demasiado) es una buena explicación. Siente como una menopausia anticipada. Cuando su marido le cuestiona que siga tomando las pastillas a pesar de sentirse tan mal, ella dice “dejame ser libre, yo no soy una mujer del Siglo XIX”.
Fermín tiene 15 años y toma cerveza a escondidas de sus padres. “Si ellos me ven me matan. De pedo me dejan salir después de desaprobar matemática y si encima me encuentran con la birra me olvido del mundo”. De todas maneras siente que vale la pena transgredir la norma cada vez que sale con sus amigos de GEBA. Son momentos puntuales en los que necesita ser un poco más libre.
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En nuestros tiempos se suele asociar la idea de norma o regla como un freno a la libertad y al progreso. Esto, lejos de tener algún punto de conexión con la realidad, se convirtió en un auténtico Lugar Común que justifica cualquier acción.
Cuando se inventó el avión no se rompió la ley de gravedad; se la estudió a fondo encontrando el verdadero sentido ¿No será un buen momento para recuperar el sentido a tantas normas y leyes que tenemos a nuestro alrededor? Sólo así el progreso será verdadero.
Comentarios
basta de un lado u otro.
esuchemos,leamos,conversemos y aprendamos.
me parece que es un hermoso cuestionamiento el de buscarle un sentido a las normas y leyes que nos rodean. ¿cómo?¿cuál es la manera mas pertinente?¿a los golpes?¿chocando contra la pared?¿ignorando?
no sé,creo que ahí esta la riqueza de cada persona y su experiencia, y la sagrada función de la contención y la educación (familiar,espiritual,laboral,afectiva)
sin olvidar que al fin de cuentas lo que importa son las personas.
un abrazo grande!
San Pablo le dice a los Gálatas y a nosostros "Ustedes, hermanos, han sido llamados para vivir en libertad" (5,13), que es lo mismo que decir "para vivir en verdad", que es lo mismo que "para vivir en Dios".
Sólo Dios es la verdad, y sólo "la verdad nos hará libres".
Abrazo.