1. El estadista
Amante secreto de Alejandro Fabbri sabe todos los números de los jugadores y de las selecciones que participan en el mundial. Por eso acota a cada rato “con este gol Klose se transforma en el tercer máximo goleador en la historia de Alemania” o “cada vez que Chile jugó con la camiseta blanca no le hicieron más de dos goles”.
2. El poeta
Insoportable para los que aman el fútbol y lo sienten con suma pasión, el aficionado poeta intenta describir con cierta dulzura escenas que se repiten en cualquier cancha. Entonces ante un grito de gol va a decir “hermosa escena de las fieras que claman al mundo y avisan que han logrado su objetivo”.
3. El estratega
En cierto punto todos lo llevamos bastante dentro, lo cual parece normal. Sin embargo, no me refiero a eso. Me refiero al espectador que busca en cada jugada una interpretación táctica y estratégica, desconociendo el aspecto imprevisto y azaroso del juego. Entonces si el lateral le pega desde afuera va a corresponder a una táctica de probar al arquero, si el volante central toca para atrás alguna pelota en realidad estará buscando que el equipo rival se acerque y así el partido se hace muy poco atractivo.
4. El colgado
No es un mal en sí mismo. Por lo general es una característica de la vida que el espectador llevará a los partidos de fútbol que ve. Entones al tercer partido del mundial va a darse cuenta que Cambiasso no fue convocado, que Klinsman no es más el entrenador de la temida Alemania o que simplemente Nueva Zelanda tiene una camiseta muy parecida a la de los “all blacks”.
5. El cabulero
Excesivamente presente en los mundiales, nunca faltan los espectadores excesivamente cabuleros. Lo problemático no es que tomen una u otra cábala sino que partiendo de ella busquen dirigir a todos los demás. Entonces le piden al amigo que se siente en tal lugar, le piden al cuñado que se vista de tal forma y le pide a la suegra que cocine siempre la misma torta ¿No será mucho?
6. El apasionado
Ve el fútbol con tanta pasión que parece que los minutos del partido son los minutos que le quedan de vida. Lo importante del auténtico apasionado es que no lo exterioriza demasiado: “la procesión va por dentro”. Entonces le transpiran las manos, hace promesas, tiene diarrea y hasta llora en los rincones.
7. El sensible
Puede llamarnos la atención, pero la frialdad de nuestros tiempos se puede combatir desde el mundial. Así cualquier ocasión será propicia para emocionarse hasta las lágrimas. Si cantan el himno (o en realidad el oooooooooooooo), si Mascherano se emociona, si entra el Kun o si Palermo hace algún gol.
8. El desentendido
Muchas veces se lo identifica con la mujer. Sin embargo no creo que sea una cuestión de género. El mundial es el momento exacto en donde quedan a las claras quién sabe de fútbol y quien nunca vio uno. Preguntas o comentarios que se hacen con alguna timidez pueden ser marca suficiente para ser rápidamente marcado como “el que no sabe nada” y, pero aun, cargar con ese mote por el resto del mundial.
9. El aprovechador.
Cuando hay hambre, dicen, no hay pan duro. Por eso son muchos los que aprovechan el mundial para comer algo. Así no les importa ver el mundial con alguien si eso le dará algún futuro beneficio. Se juntará con alguna compañera de la facultad si eso le asegura que podrá abrazarla en el caso de que la selección la meta. Se juntará con su jefe y ponderará cada intervención. Está claro, no les importa tanto el fútbol como el beneficio que les podrá dar.
10. El trabajador
Tal vez porque tiene una jefa mujer que no sabe cuán importante es un mundial para cualquier hombre; tal vez porque tiene un excesivo compromiso con su trabajo; tal vez porque lo necesita. Todos ellos ven lo que pueden del mundial, conformándose con pantallas en vidrieras o en bares. Desde aquí mi reconocimiento y mi compadecimiento.
Amante secreto de Alejandro Fabbri sabe todos los números de los jugadores y de las selecciones que participan en el mundial. Por eso acota a cada rato “con este gol Klose se transforma en el tercer máximo goleador en la historia de Alemania” o “cada vez que Chile jugó con la camiseta blanca no le hicieron más de dos goles”.
2. El poeta
Insoportable para los que aman el fútbol y lo sienten con suma pasión, el aficionado poeta intenta describir con cierta dulzura escenas que se repiten en cualquier cancha. Entonces ante un grito de gol va a decir “hermosa escena de las fieras que claman al mundo y avisan que han logrado su objetivo”.
3. El estratega
En cierto punto todos lo llevamos bastante dentro, lo cual parece normal. Sin embargo, no me refiero a eso. Me refiero al espectador que busca en cada jugada una interpretación táctica y estratégica, desconociendo el aspecto imprevisto y azaroso del juego. Entonces si el lateral le pega desde afuera va a corresponder a una táctica de probar al arquero, si el volante central toca para atrás alguna pelota en realidad estará buscando que el equipo rival se acerque y así el partido se hace muy poco atractivo.
4. El colgado
No es un mal en sí mismo. Por lo general es una característica de la vida que el espectador llevará a los partidos de fútbol que ve. Entones al tercer partido del mundial va a darse cuenta que Cambiasso no fue convocado, que Klinsman no es más el entrenador de la temida Alemania o que simplemente Nueva Zelanda tiene una camiseta muy parecida a la de los “all blacks”.
5. El cabulero
Excesivamente presente en los mundiales, nunca faltan los espectadores excesivamente cabuleros. Lo problemático no es que tomen una u otra cábala sino que partiendo de ella busquen dirigir a todos los demás. Entonces le piden al amigo que se siente en tal lugar, le piden al cuñado que se vista de tal forma y le pide a la suegra que cocine siempre la misma torta ¿No será mucho?
6. El apasionado
Ve el fútbol con tanta pasión que parece que los minutos del partido son los minutos que le quedan de vida. Lo importante del auténtico apasionado es que no lo exterioriza demasiado: “la procesión va por dentro”. Entonces le transpiran las manos, hace promesas, tiene diarrea y hasta llora en los rincones.
7. El sensible
Puede llamarnos la atención, pero la frialdad de nuestros tiempos se puede combatir desde el mundial. Así cualquier ocasión será propicia para emocionarse hasta las lágrimas. Si cantan el himno (o en realidad el oooooooooooooo), si Mascherano se emociona, si entra el Kun o si Palermo hace algún gol.
8. El desentendido
Muchas veces se lo identifica con la mujer. Sin embargo no creo que sea una cuestión de género. El mundial es el momento exacto en donde quedan a las claras quién sabe de fútbol y quien nunca vio uno. Preguntas o comentarios que se hacen con alguna timidez pueden ser marca suficiente para ser rápidamente marcado como “el que no sabe nada” y, pero aun, cargar con ese mote por el resto del mundial.
9. El aprovechador.
Cuando hay hambre, dicen, no hay pan duro. Por eso son muchos los que aprovechan el mundial para comer algo. Así no les importa ver el mundial con alguien si eso le dará algún futuro beneficio. Se juntará con alguna compañera de la facultad si eso le asegura que podrá abrazarla en el caso de que la selección la meta. Se juntará con su jefe y ponderará cada intervención. Está claro, no les importa tanto el fútbol como el beneficio que les podrá dar.
10. El trabajador
Tal vez porque tiene una jefa mujer que no sabe cuán importante es un mundial para cualquier hombre; tal vez porque tiene un excesivo compromiso con su trabajo; tal vez porque lo necesita. Todos ellos ven lo que pueden del mundial, conformándose con pantallas en vidrieras o en bares. Desde aquí mi reconocimiento y mi compadecimiento.
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