Ante todo agradezco los comentarios que me dejan, aunque lamento que sean anónimos y no poder terminar de adivinar si son elogios o duras críticas. De una u otra manera me siento motivado a seguir escribiendo y describiendo tantos lugares comunes.
Tal vez una de las razones sea mi terrible indefinición…. o no. Pero la verdad es que soy bastante miedoso para invitar a salir a alguien, se habrán dado cuenta… Con todo esto de fondo mis compañeros de laburo me insisten en que salga. Un poco para hacerles caso y otro poco por entusiasmo personal aquella vez me dejé llevar. Así fue como acepté el número de teléfono que me pasó Agostina. Era el teléfono de una compañera de la carrera. Estudiaba psicología y como a todo hombre a mi también me calientan las psicólogas. Acepté después de pedir algunas referencias: Delfina era su nombre y era egresada del colegio san Agustín; de chica jugaba al hockey y era una mina super amiguera. Sospechosamente no quiso darme detalles de su figura.
Me pasó a buscar a eso de las once y media. Por educación le pregunté si quería ir a un lugar especial. Mis amigos siempre dicen que eso nunca se tiene que preguntar porque es señal de debilidad. No tuve en cuenta ese consejo y se lo pregunté. Ella me dijo que sí que había un bar en Belgrano que le copaba. No me opuse y me dejé llevar por ella en su veloz y cómodo Peugeot 206. En el trayecto hablamos de los distintos temas de rigor de primera salida. Ella me preguntaba con particular interés. Yo respondía a cada una de sus preguntas.
En menos de diez minutos estábamos en el bar indicado. Luces bajas y música acorde. En la entrada nos recibió un hombre de esos que por muy educados se parecen bastante a maricones. Le pedí una mesa para no fumadores. Ahí nomás Delfina me cortó en seco. “Disculpame, pero yo fumo y muero por un pucho ya”. Yo me sorprendí y obligue a cambiar los planes al recepcionista. La dejé pasar primero, todos ya saben para qué, y nos ubicamos en una mesa contra el fondo del local.
No habían pasado dos minutos cuando llegó la moza: birome en oreja y olor de mucho trabajo en la cocina. Ella sin pensarlo dos veces pidió un fernet cargado. Esto me descolocó porque pensaba pedirme una Sprite para poder estar fresco para el partido del día siguiente. Cambié de planes sin que Delfina se diera cuenta y pedí una cerveza. Con ese típico afán de aclarar las mujeres, Delfina resumió el pedido: “sería entonces un Fernet y una cerveza… de litro, ¿no?”, me preguntó. Dije un sí rotundo, pero la verdad es que quería tomar una latita nada más.
Entre una cosa y otra hablamos mucho. Entrada la noche cada vez me caía mejor. Ya no me molestaba que tuviera una bincha ancha en la cabeza. Yo me reí mucho y ella también se reía bastante... ¡de mi! Recuerdo entre otras cosas que me cuestionó que yo era “re chetito”, que no fondeaba, que la remera con el pantalón no quedaba tan bien, que me tendría que rapar para que se notaran mejor mis ojos y que no me convenía estudiar ciencias políticas. En lo último coincidí en cierta parte. Lo demás me pareció divertido.
Se hicieron casi las dos. Hablamos sin parar, en gran parte, reconozco que gracias a ella. Para terminar el programa la guié hasta llegar a casa. Ella me ofreció hacer una parada técnica en la suya. Yo le dije que no... la noche debilita a los corazones, pero no tanto. Puso el auto en frente de casa y apagó el motor. Por primera vez en la noche permanecimos en silencio con la mirada perdida. Duró hasta que ella lo interrumpió con una frase cortante “¿qué no me vas a dar un beso?”. La verdad es que no lo había pensado. Le dije que no era eso sino que simplemente me había quedado colgado mirando la luna. Ella sonrió y la vi más linda que nunca. Chapamos un buen rato. Ella me felicitó. Quedamos en seguir hablando. Bajé del auto y entré a casa. A ella no la vi más.
Como era de esperar el lunes, al llegar a la oficina me interceptó mi compañera de trabajo para saber cómo me había ido. “Bien –le contesté-, me gusta que tiene personalidad”. Me pareció más elegante eso que decir "me tuvo cagando".
Comentarios
A todo esto, no puedo creer que apago el auto ella!! Una fenomena jaja
PEDRO
Abrazo.
Un abrazo Juancho.
Santi Mazzinghi.
quiero conocer a Delfina =... una genia...
beso juancho
Agus garcia ll
Un abrazo Juan!
Ignacio Gabriel Ragone (34.772.837)
(por lo del anonimato viste...)