Un lugar comun es... el del egresado al terminar la carrera.
Continuando con la primera distinción entre las dos razas (egresados menores y egresados mayores), me toca ahora dedicarme a la segunda. Ellos ya terminaron una carrera universitaria y por eso se creen con el derecho y la autoridad de ser egresados. En realidad no hay derecho ni autoridad: sino necesidad. Sin dudas asociado con los universitarios que no trabajan, ven el futuro como un mundo hostil indescifrable. Por eso los egresados mayores están ligados a carreras sin mucho contenido. Es difícil ver ingenieros egresados o médicos egresados. Por el contrario se autodeterminan egresados y descansan en este Lugar Común los que estudian psicología, sociología, ciencias políticas o administración. Es que lo que hay detrás de todo esto es, como con los egresados menores, un gran temor. Entonces lo más sencillo es entregarse al sistema por más de que eso signifique conductas de gente de otras edades, desprestigiar la carrera, despreciar la posible salida laboral y hasta olvidar los esfuerzos del estudio.
Lo curioso de todo esto es que usualmente caen en este Lugar Común aquellos que todavía no se recibieron. Por el contrario, les falta dar un par de materias. Descuentan que tarde o temprano se recibirán de eso.
Este Lugar Común incluye dos episodios importantes. Lo más urgente es la fiesta. En realidad la urgencia está dada casi únicamente por la enorme demanda de lugares ante una oferta que no es tan amplia (tengan en cuenta que las dos razas de egresados pelean por esos lugares). Por este motivo ya desde marzo se empieza a planificar la fiesta (no olvidar nunca el artículo femeino y con acento en la a bien marcado ante de la palabra fiesta). La planificación es la definición de fechas y de lugares. Para eso tomarán activa participación los que, paradójicamente, más alejados están de la recibida. En algunos casos esta raza llega a formar comisiones para este fin. Los miembros de esta organización suelen ser estudiantes que recursan materias del año anterior o, en su defecto, deben una gran cantidad de finales a causa de malditos profesores que los bocharon.
Aunque parezca mentira este escape no es suficiente. También se hace necesario la huida mayor: el viaje de egresados. Con destinos menos pretenciosos que los egresados menores, esta raza suele ir a Mar del Plata. Ahí el desafío será encontrarse con las facetas ocultas de los compañeros de algunos años de cursada cotidiana. Así el egresado se entera de que la traga, tiene su apodo bien ganado y que el chamuyero de la clase practica la misma táctica para la conquista. Así como en la carrera hay muchos que aprueban, en el viaje hay muchos que la prueban y otras que rebotan.
Nada nuevo bajo el sol. La misma seguridad. Y mientras tanto siguen pasando las generaciones que señalan a la siguiente generación como depósito de las esperanzas. No saben ellos que el primer paso para serlo consiste en abandonar el opio y asumir el protagonismo, aunque sea de la propia vida.
Continuando con la primera distinción entre las dos razas (egresados menores y egresados mayores), me toca ahora dedicarme a la segunda. Ellos ya terminaron una carrera universitaria y por eso se creen con el derecho y la autoridad de ser egresados. En realidad no hay derecho ni autoridad: sino necesidad. Sin dudas asociado con los universitarios que no trabajan, ven el futuro como un mundo hostil indescifrable. Por eso los egresados mayores están ligados a carreras sin mucho contenido. Es difícil ver ingenieros egresados o médicos egresados. Por el contrario se autodeterminan egresados y descansan en este Lugar Común los que estudian psicología, sociología, ciencias políticas o administración. Es que lo que hay detrás de todo esto es, como con los egresados menores, un gran temor. Entonces lo más sencillo es entregarse al sistema por más de que eso signifique conductas de gente de otras edades, desprestigiar la carrera, despreciar la posible salida laboral y hasta olvidar los esfuerzos del estudio.
Lo curioso de todo esto es que usualmente caen en este Lugar Común aquellos que todavía no se recibieron. Por el contrario, les falta dar un par de materias. Descuentan que tarde o temprano se recibirán de eso.
Este Lugar Común incluye dos episodios importantes. Lo más urgente es la fiesta. En realidad la urgencia está dada casi únicamente por la enorme demanda de lugares ante una oferta que no es tan amplia (tengan en cuenta que las dos razas de egresados pelean por esos lugares). Por este motivo ya desde marzo se empieza a planificar la fiesta (no olvidar nunca el artículo femeino y con acento en la a bien marcado ante de la palabra fiesta). La planificación es la definición de fechas y de lugares. Para eso tomarán activa participación los que, paradójicamente, más alejados están de la recibida. En algunos casos esta raza llega a formar comisiones para este fin. Los miembros de esta organización suelen ser estudiantes que recursan materias del año anterior o, en su defecto, deben una gran cantidad de finales a causa de malditos profesores que los bocharon.
Aunque parezca mentira este escape no es suficiente. También se hace necesario la huida mayor: el viaje de egresados. Con destinos menos pretenciosos que los egresados menores, esta raza suele ir a Mar del Plata. Ahí el desafío será encontrarse con las facetas ocultas de los compañeros de algunos años de cursada cotidiana. Así el egresado se entera de que la traga, tiene su apodo bien ganado y que el chamuyero de la clase practica la misma táctica para la conquista. Así como en la carrera hay muchos que aprueban, en el viaje hay muchos que la prueban y otras que rebotan.
Nada nuevo bajo el sol. La misma seguridad. Y mientras tanto siguen pasando las generaciones que señalan a la siguiente generación como depósito de las esperanzas. No saben ellos que el primer paso para serlo consiste en abandonar el opio y asumir el protagonismo, aunque sea de la propia vida.
Comentarios
Saludos,
BEBE