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La fuerza de la amistad

 

Una manera de resumir mi experiencia religiosa y así cómo actúa Dios en mí es la constatación de que Jesús me lleva más allá. Más allá de mis límites y mis fronteras. Más allá de mi imaginación. Jesús de potencia, saca lo mejor de mí (y disimula lo malo). Me libera para ser quien soy. Jesús me ayuda a disfrutar la vida incluso de lo más insignificante, encontrar gozo profundo y posibilidad de sentido en el día a día. Y acá estoy, viviendo un sacerdocio que supera lo imaginado, rodeado de gente que no conocía y hoy son claves, entusiasmado con el día a día y con horas por dormir para seguir soñando.

El fin de semana pasado fui a Chile a la ordenación de Chapa. Fui en auto saliendo un jueves desde Buenos Aires y regresando al mismo lugar el lunes. Cinco días, 2800 kilómetros. Atravesamos todo nuestro país por la ruta 7 y casi sin quererlo también Chile. Vimos llanuras infinitas y las cumbres más altas. Tocó andar de noche y frenamos cuando el sol del mediodía pedía siesta. En momentos prendí la calefacción y también abrí la ventana para que entrara aire fresco. Usé mucho una gorra y admito que me puse anteojos negros. Toda la vida, toda mi realidad, todas las estaciones, puestas en movimiento.

Pasamos por muchos lugares por donde había estado unos meses antes con la Cruzada de María. Precisamente esa fue la experiencia de mi vida en que pude reconocer que Dios saca, anima y despierta fuerzas extras haciendo posible lo imposible. En el viaje paramos por muchos de esos mismos lugares en los que Dios me fortaleció. “Acá me encontré con Dios”, debería señalar en muchas esquinas. Hubiera querido robarme parte de esos paisajes para llevarme a casa. De hechos saqué fotos, subí a Instagram, lo hice souvenir y ahora oración. Mis compañeros de viaje se quejaron de nuestras repetidas frenadas ¿Cómo pasar de largo ante la presencia de Dios? Ahí donde Él está su presencia no me es indiferente, (me) pasan cosas.

En las casi 48 horas que estuve en Santiago anduve entre rostros, lugares y comunidades amigas. Schoenstatt al hueso, el que más me gusta. Es el Reino de los vínculos posibles. Es la apuesta romántica de vivir en alianza, familia todos como utopía posible. Es el testimonio de que es posible una real fraternidad a pesar de todo. Es la memoria de que Cristo salva -y sostiene-, pero los amigos ayudan. Es, como si hiciera falta, recuerdo de un horizonte de cielo donde James nos espera. Me doy cuenta que en el Colegio Mayor, en Chile, aprendí a ser amigo y me sorprendo poder vivir desde acá. También lamento y me pesan incoherencias, inconsistencias y mi límite en este sentido (de ahora o de antes). Cristo es amigo y la ordenación diaconal renovación de la súplica “¡Quiero ser tu amigo, Jesucristo!”.

Mirar a Chapa “ordenándose” fue meter un acelerador a la historia compartida. Estaba pasando lo que habíamos soñado tantas veces. También estaba pasando lo que alguna vez y en algún momento pensamos que nunca pasaría. Se me vino a la cabeza cuando en mi despedida por la entrada en soledad al seminario amenacé a los presentes: “Si alguno entra al seminario en el curso que viene y no se animó en este, los mato”. Nunca fui de temer. También la cruzada de Brochero compartida ya los dos adentro y bien arriba. Una foto en mi oficina me lo recuerda. También aquella memorable ida al campo de Pancho. Y de golpe acá, los dos con el cuellito blanco de la camisa. Sorprendido. Asombrado. Agradecido. Dios es fiel y cumple sus promesas. Y el hombre pone lo suyo. Nada sin ti, nada sin nosotros.

Hay acciones, opciones, viajes, ocupaciones que no se alcanzan con la fuerza de la voluntad, la disciplina y tampoco la razón; sólo son posibles por la amistad. La amistad te lleva y pone en lugares con gozo y alegría inesperada que la voluntad no consigue y la razón no imagina. Por eso me encanta que Jesús nos llame amigos. “Ustedes son mis amigos”, dice Jesús y así nos lo recordaron Chapa, Catin y Lucho con su lema de ordenación.

Comentarios

Dario ha dicho que…
Hermoso Juan siempre lo que escribis me llena el alma ya falta poco para poder verte .ya hace mucho tiempo sin ver esa sonrisa tan alegre y se te extraña mucho por la Candelaria y sobre todo por nuestras vidas

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