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Un camino misionero

Con la misa del día de hoy vamos cerrando este fin de semana inolvidable que Dios nos regaló a través de las misiones Totus Tuus (la misión de los chicos y chicas de los últimos dos años del colegio) y Manus Mater (la misión para varones y mujeres de más de 22 años). Providencialmente, como una de ustedes aprendió en este fin de semana, este cierre coincide con la fiesta de la Asunción de María a los Cielos. En esta fiesta, la Mater nos muestra un camino. Una vez más, la Mater nos muestra el camino al cielo. Se nos muestra así que la vida es un camino, es proceso, es en la historia. Y por lo mismo se nos muestra así que la vida de fe, el seguimiento de Jesús, es camino, es en proceso, es en la historia.

Por eso mismo yo valoro mucho la presencia de misioneros de los dos grupos misioneros. Los más chicos con este fuego del primer amor. Los más grandes que nos recuerdan que la misión no es una etapa que termina ¡Gracias misioneros de Manus Mater por estar acá! ¡Gracias por el testimonio que nos dan, que son! ¡Gracias por sus búsquedas que a todos nosotros nos movilizan! Agradezco también estar acá con Tommy y Pancho con quienes elegimos hacer de la misión nuestro estado de vida respondiendo al llamado de Jesús. Un regalazo. Agradezco mucho que estén acá también familiares de los misioneros porque nos muestran que la misión nos reúne, es un camino que toca a todos.

Este fin de semana vivimos la misión. Yo me animaría a decir que la misión es la esencia de ese camino. Misionar no es un ejercicio de marketing de la Iglesia (ni de lavado de imagen). Misionar no es una moda. Misionar no es una etapa de la vida. Misionar no es un fin de semana re careta. Misionar tampoco es propiedad de una realidad social, económica ni cultural. Lo que vivimos este fin de semana es la esencia del Evangelio de Jesús, es la esencia de nuestra fe. Como decía un cura amigo, “Schoenstatt no organiza misiones si no que Schoenstatt es misión”; porque al final de cuentas la Iglesia no organiza misiones si no que ser Iglesia es misión. El Evangelio es misión. Si la Iglesia no se pone en clave misionera, se traiciona a sí misma.

Escuchamos decir muchas veces al Papa Francisco que la Iglesia que no sale termina enfermándose. Siguiendo aquello en este fin de semana experimentamos que la misión te sana, que la misión te salva, que misionar te hace bien. Vivimos que la misión te ayuda a sacar lo mejor de vos mismo. Desde lo que cada uno es, poniendo su corazón y saliendo al encuentro. Porque para ser misionero no es necesario cabecearte un millón de libros sino tener un corazón abierto que sale al encuentro: a amar se aprende amando como a caminar se aprende caminando. La formación más importante es la formación del corazón. Vivimos que no hacen falta tantas cosas para ser felices. Renunciaron a comodidades y a otros programas, pero salieron ganando. Como algunos de ustedes destacaban en los cierres, vivimos la misión de una manera genuina y auténtica ¡Qué buena manera de vivir la fe! Por lo mismo, ¡qué mal (nos) hace esa manera de vivir la fe impostada, poco transparente! Todo esto es real. Finalmente, en la misión vivimos en comunidad, con otros: si en algún momento te sentías solo veías alrededor a muchos otros que estaban con vos. Por lo mismo, si en algún momento vos te sentís raro porque te gusta rezar, porque la fe es importante para vos, porque tenés inquietudes religiosas, porque te fuiste a misionar o si en algún rincón de tu corazón surge el sentimiento de soledad, no te olvides de este fin de semana: no estás solo, la fe no se vive individualmente.

La Mater nos muestra que la vida con Jesús es un camino, con un horizonte. Por eso me gustaba mucho el lema de la misión: “levántate, toma tu camilla y camina” ¡Y camina! Después de esta misión, Levantate, no te quedes en la actitud de víctima, no te encierres en tus debilidades o heridas porque experimentaste que tenés mucho, muchísimo para dar. Tomá tu camilla y caminá. No te quedes en tu camilla para dormir la siesta, no te quedes en tu camilla encerrado en la pereza, no te quedes encerrado en las fragilidades que todos tenemos, ¡Caminá! Caminá como lo hiciste en estos días de misión. Caminá yendo al encuentro de los demás. Caminá abriendo el corazón. Caminá descubriendo tanto bien que hay alrededor. Caminá al encuentro con Jesús. Caminá sacando lo mejor de vos mismo. Terminan las dos misiones, levántate, toma tu camilla y camina.

Finalmente quiero agradecer. Las misiones son obra de la grandeza de Dios, nos trasciende. No dependen de una buena idea, de un líder carismático o de gente fuera del mundo. La misión es en regalo de Dios. Al mismo tiempo, Dios se vale de instrumentos concretos que fueron los encargados. Agradezco de corazón a cada uno de ellos por todo este laburazo. Ser encargado está muy bueno, pero exige mucho trabajo ¡Gracias! Junto a esto quiero decir que la misión no tiene fines proselitistas, en el sentido de captar gente. Sin embargo quiero decirles, que las misiones son obra de personas que se van sumando. Así que si vos estás en el último año de colegio y el año que viene te gustaría venir de encargado, escribime, todos son bienvenidos (obviamente eso implica la disposición para trabajar). Schoenstatt es un lugar abierto, la Totus es un espacio abierto, quedamos a disposición.

En esta fiesta de la Asunción, demos gracias a la Mater por mostrarnos este camino. Que ella nos acompañe en nuestras búsquedas, nuestro camino de fe, en nuestro camino misionero.

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