El tema y el título del trabajo
es Corazón camino para comprender al
hombre. La motivación para este trabajo es cómo comprender al hombre. Por
eso no es un trabajo que se enfoque en qué es el hombre sino en cómo comprender
al hombre. Yo juego con la imagen, desde el título, del camino que se traza
desde el corazón. Lo encontraba de la mano de Rahner: él presenta la imagen del
corazón y desde ahí se abre una puerta para comprender al hombre.
¿Esto
de qué viene? Escuchamos la pregunta por el hombre desde distintas disciplinas.
Presentando el corazón como camino, descubrimos al hombre desde tres líneas que nos ayudan a responder cómo
comprender al hombre. Aparecen cuando Rahner se pregunta por el corazón. En
primer lugar se muestra al hombre como una totalidad. Al pensar al hombre desde
el corazón nos encontramos con una totalidad. Por momentos Rahner va a hablar
de unidad y otras de totalidad, pero a mí –como lo explico en el trabajo-, me
suena mejor hablar de totalidad. Cuando uno piensa en unidad, uno piensa en el
hombre como un conjunto de elementos. En realidad, desde Rahner, la mirada es
comprender al hombre desde lo fundamental
que es anterior a todas las divisiones; sin desconocerlas, sin entrar en
conflicto, sino desde el esfuerzo de ver al hombre como un todo. A mí me
entusiasma, ver al otro como totalidad, como un todo. Hacer teología, pastoral
y vivir desde esa conciencia. Esa es la primera dimensión.
La
segunda dimensión que se asoma al comprender al hombre desde el corazón, es
reconocer que tiene un centro original y originante. Esto se explica en diálogo
con otras corrientes que nos van a presentar al hombre como pura contingencia,
puro devenir. Pensar al hombre desde un centro original y originante nos quiere
demostrar que el hombre tiene y es algo. Y que desde ahí puede venir todo el
desarrollo, todo el juego de tensiones, este dinamismo que es propio del
hombre. Todo lo demás sin desconocer que en el hombre hay un centro original y
un centro originante. Desde ahí se da sentido, trabazón a esa totalidad que es
el hombre.
Una
tercera característica que espero poder presentarla bien es hablar del hombre
como misterio. No quiero que parezca que cuando uno habla del hombre como
misterio es la salida rápida para meter ahí todo lo que no se puede explicar
con facilidad. No. No se trata de eso sino
de reconocer que para este camino que hay que hacer a un lado la pretensión de
explicarlo todo, de abarcar la totalidad del hombre, de poder contenerlo todo.
Vemos a menudo que la búsqueda desde la ciencia es una búsqueda de explicar y
abarcar todo. En esa búsqueda se toman elemento para comprender al hombre, se
pueden esbozar tendencias, teorías, cosas que son esperables, pero jamás lograr
encerrar explicando todo. Esto es un punto de gran valor que despierta gran
entusiasmo pensarlo así. Es reconocer que en esta totalidad, en este misterio
que es también el hombre, está también
lo específico, lo auténtico, lo original. Desde acá, el hombre va a ser motivo
de asombro, de maravarillarse, de entusiasmarse, de alegrarse. Ahí yo muestro
uno de los elementos fundamentales que se desprenden de esta manera de
comprender al hombre desde el corazón es una mirada del hombre que quiere ser
positiva, optimista, entusiasta con lo que el hombre es, encierra y trae. En
nuestra tarea, qué importante es tener presente esta dimensión del hombre como
misterio y de la mirada positiva sobre. Mirar lo bueno que puede tener el otro.
Estas
son tres pistas que se nos despiertan desde el corazón, desde este modo de
comprender al hombre. Por el camino del corazón.
Entro
en diálogo con la antropología de Rahner y después lo relaciono con San
Agustín, con Pascal, con Scheler y al final con Merleau-Ponty y con Nancy hacia
el final. A propósito de ese intercambio enriquecer el corazón y potenciar esa
manera de comprender al hombre.
En
San Agustín, y en diálogo con él especialmente en el capítulo sexto de las Confesiones,
esta imagen del corazón queda enriquecida cuando se presenta el corazón como lo
interior del hombre. También ahí está presente esta idea de totalidad aunque
más como una idea de unidad, en donde
hay una síntesis de entendimiento, de memoria, de voluntad.
En
esta idea de totalidad, si en Agustín vemos este acento de la interioridad del
hombre en Nancy y Merleau-Ponty hay una acentuación de lo exterior del hombre.
Se desarrolla ahí una del cuerpo . Es mostrar al hombre como cuerpo. Desde la
imagen del corazón, reconocemos que el corazón también es un músculo. El
corazón es también esto que yo siento
latir. Reconocer al hombre de este modo también integra al cuerpo a su
desarrollo El cuerpo ya no es un equipaje que uno tiene que llevar y que
encierra o maniata sino que -como dice Nancy- yo también soy mi cuerpo. Y en
palabras de Heidegger, mi cuerpo es mi ser aquí en mí mismo. Por mi cuerpo en
sentido material yo me puedo individualizar, particularizar. El cuerpo, de esta
manera, no puede salirse del hombre del mismo modo como el corazón no puede
salirse de mí. En las conclusiones valoro esta imagen porque desde el cuerpo se
explica cómo el hombre está en el mundo, está en la realidad, cómo nuestro
estar en el mundo no es algo inferior o transitorio sino que tiene un valor,
tiene un peso.
Nombrar
también el diálogo con Pascal y Scheler. Tomo la frase de Pascal tan conocida
que “el corazón tiene razones que la razón no conoce”. Esta tiene un sentido
profundo porque primero eleva la imagen del corazón como camino para comprender
y hace una teoría del conocimiento del corazón. En el trabajo se presenta como
la posibilidad de elevar al corazón poniéndolo a la altura de la razón. Y
comprende al hombre como unidad de razón
y corazón. Entiende al hombre como una unidad que entra en diálogo, como una unidad
donde uno y otro dependen mutuamente. Es lo que experimentamos, como dice
Pascal: cuando uno se antepone a algo, me genera rechazo o adhesión. Ahí el
corazón está hablando y después la razón interviene, actúa. Considerar la razón
y el corazón como doble movimiento y juego. Es espectacular Scheler que él va a
decir que hablar de las razones del corazón es reconocer que el corazón tiene
su propia lógica, su propio funcionamiento y este está ligado sobre todo a los
amores. Yo no lo desarrollo, pero también comprender al hombre desde el corazón
es también un camino del amor. El
corazón como músculo que de verdad nos abre y nos lanza para amar.
Para terminar, ¿qué es lo que
suma esta manera de comprender al hombre? Hablaba antes de una mirada positiva
sobre el hombre y de la importancia del cuerpo
porque lo eleva. También abre juego a la teología para entender el juego
de naturaleza y gracia. Al comprender al hombre como totalidad, desde su centro
original y originante y como misterio, la gracia entra en el hombre de otra
manera. Se hace más potente, lo gratuito. No es que el hombre esté determinado a la gracia sino que la
gracia se entiende desde esta apertura como don, como misterio, como regalo. No es que la gracia viene a cargar, a molestar la naturaleza,
sino que queda unida en el mismo hombre. Lo natural y sobrenatural queda atravesado
por la gracia. Y esa diferencia, cuando comprendemos al hombre desde el corazón,
queda integrada.
Lo último. Comprender al hombre
desde el corazón y este trabajo en particular abre un montón de puertas. Tiene
la característica de dar como pinceladas y tocar y jugar con uno. De alguna
manera uno siempre quiere que todo cierre y quede perfectito. No es el caso de
este trabajo. Encuentro ahí un buen
resultado, un buen proceso de este camino. Es un camino que nos abre, que nos
lanza, que nos entusiasma, que nos despierta y que no pretende encerrarlo y acabarlo todo.
De eso se trató la aventura del
camino al corazón.
* El presente texto es una presentación de mi síntesis filosófica con la que terminé el bienio filosófico de Teología en la Universidad Católica de Chile.
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