La apertura del Año de la Misericordia a la que el Papa nos invita
este 8 de diciembre viene dando vueltas en mí algunas vueltas en mi cabeza y en
mi corazón (que como explicaba hace un rato, al final son lo mismo). Me genera
sensaciones esquizofrénicas. Por un lado me entusiasma enormemente, me da la
impresión de que puede abrir una nueva etapa para toda la Iglesia en sus
acciones y en sus autocomprensiones. Si
el llamado y la Bula fueron revolucionarias y despertaron harta sorpresa,
¡cuánto más puede ser un año vivido desde ahí! Al mismo tiempo, me da un buen
susto que terminemos por licuar esta potente propuesta. En concreto quiero
compartir cinco amenazas que veo que nos pueden atacar, empezando por mí. Y con
esto también pedir ayuda para que todos como Iglesia que es pueblo y peregrina
juntos, podamos sacar provecho de esta invitación de Dios.
1. Una misericordia que se hace
lugar común.
Ustedes ya saben mi recurrente preocupación en este sentido. Algo se
vuelve lugar común cuando se recurre a esto no por adhesión al valor de sí
mismo sino por la seguridad que nos da. Nos da seguridad que es políticamente
correcto, está bien visto y será aprobado por todos. Hacer de la misericordia
un lugar común es no penetrar en la profunda densidad espiritual a la que se
nos invita y terminemos por reducirlo en una palabra que acompañará lemas,
jornadas, cursos y otras superficialidades. Creo yo que no es año para hablar
de la misericordia sino para misericordear.
2. Una misericordia sin Jesús.
La Bula misma comienza afirmando que “Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre” (1) porque “en Él todo habla de misericordia” (8).
Desde aquí, vivir un año de la misericordia es vivir un año de Jesús, más cerca
suyo, más amigos de Él, más atentos a reconocerlo en cada rato. Esto puede
parecer evidente, pero no necesariamente es así. Se puede vivir la misericordia
como fruto de la autoeducación y se forja a través de propósitos particulares.
Es el riesgo de convertir el potente seguimiento en un manual de buenas
prácticas, barniz berreta incapaz de penetrar el corazón del hombre. Por el
contrario, “la misericordia se muestra
como la fuerza que todo lo vence, que llena de amor el corazón y que consuela
el perdón” (9)
3. Una misericordia sin
personas.
El año de la misericordia no es un año de retiro espiritual penetrando
unilateralmente en Dios sino que es una invitación a mirar a las personas.
Jesús y las personas –todas las personas- son el horizonte de los que queremos
seguir a Jesús. Por eso mismo “abramos
nuestros ojos para … las heridas de tantos hermanas … y sintámonos provocados a
escuchar su grito de auxilio” (15). Por eso no es posible pasar por alto el
llamado a redescubrir las obras de misericordia.
4. Una misericordia que no es misionera.
Si hay algo que ha caracterizado el mensaje del Papa Francisco es su
repetido llamado a salir. Desde Él se
hace imposible separar la misionariedad de todo lo que pasa en la Iglesia. Por
esta misma razón su llamado al Año de la Misericordia debe unirse a ese mismo
espíritu que está como de fondo. Pienso que es un año para anunciar y vivir la
misericordia antes que para sentirla. Esto es especialmente potente para las
comunidades religiosas que podrían convertirse por un año en misioneros de la
misericordia. Olvidar esta misericordia en
salida es transformarla en, perdonen la poesía, masturbación espiritual.
5. Una misericordia sin
encuentro
Íntimamente unida a lo anterior, está el énfasis que el Papa hace a
construir una cultura del encuentro. De este modo, el año de la misericordia
debe estar al servicio del encuentro. En
la Bula el Papa da un lugar especial al encuentro con otras religiones. Yo
pienso en la actualidad de nuestros países sudamericanos y pienso qué
importante sería que esa misericordia sea la fuerza reconciliadora para
nuestras sociedades, para nuestra cultura política, para nuestra amenazada
democracia. Y esto es tarea para cada uno. Por ejemplo, pienso que el Año de la
Misericordia es incompatible con cargar nuestras redes sociales de mensajes de
rencor, crítica y denuncia estéril.
Cinco propuestas
Y para no terminar con un sentido negativo, te comparto cinco
propuestas para que las pienses y las desarrolles en estos días previos al año
de la misericordia.
1. Leer la Bula que es breve, es de un lenguaje muy Francisco y
enmarca el sentido de este año.
2. Empezar con un gesto el 8 de diciembre que marque el inicio y te
ponga en movimiento.
3. Tener un signo que te recuerde que estamos viviendo el año de la
misericordia, como una imagen o un frasco de agua bendita.
4. Como decíamos, es un año para estar más cerca de Jesús. El modo más
evidente es a través de los Evangelios. Ver ahí cómo Jesús vivía la
misericordia.
5. Es una linda oportunidad para dar pasos de reconciliación. En
geometría la línea que une dos puntos se denomina recta; en el año de la
misericordia, esos dos puntos se unen por pasos.
Comentarios