Foto: Gabriel Oberle
Veo tus raíces y tu fruto.
Te reconozco firme, impenetrable.
No hay posibilidad de muerte;
vida, misterio tan insondable.
Más arriba hay bifurcaciones,
luces, sombras, vacíos y sequedad.
No son cambios, son opciones.
Y Heidegger (me) habla de aperturidad.
Dejame ver tus ramas.
Mostrate inconsistente, debil, fragil.
¿Puedes árbol capturar almas?
Viéndote a ti, me descubro a mí.
Te miro desde arriba no por altanero.
Cambias tu forma y tu tamaño.
Desde la altura hay un sentido nuevo;
y me invitas a mirar a otro lado.
Tal vez Martín tenga razón
y sea mi "dasein" que me desacomoda.
Decile como quieras, pero es mi corazón
abrasante el sol tuyo me convoca.
Pero sin raíces ni tierra,
sin tronco ni ramas;
pero sin muerte ni guerras,
¿podría saber que me amas?
Al final todo parece mostrar lo mismo.
No es una verdad ni una idea.
Es invitación a vivir en otro ritmo,
reconociendo al Dios que se (me) desvela.
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