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Desde el cuarto piso veo la copa de los árboles.


Veo tus raíces y tu fruto.
Te reconozco firme, impenetrable.
No hay posibilidad de muerte;
vida, misterio tan insondable.

Más arriba hay bifurcaciones,
luces, sombras, vacíos y sequedad.
No son cambios, son opciones.
Y Heidegger (me) habla de aperturidad.

Dejame ver tus ramas.
Mostrate inconsistente, debil, fragil.
¿Puedes árbol capturar almas?
Viéndote a ti, me descubro a mí.

Te miro desde arriba no por altanero.
Cambias tu forma y tu tamaño.
Desde la altura hay un sentido nuevo;
y me invitas a mirar a otro lado.

Tal vez Martín tenga razón
y sea mi "dasein" que me desacomoda.
Decile como quieras, pero es mi corazón
abrasante el sol tuyo me convoca.

Pero sin raíces ni tierra,
sin tronco ni ramas;
pero sin muerte ni guerras,
¿podría saber que me amas?

Al final todo parece mostrar lo mismo.
No es una verdad ni una idea.
Es invitación a vivir en otro ritmo,
reconociendo al Dios que se (me) desvela.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Todo un Mazzinghi
Unknown ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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