Al Dabi no existe, pero ubiquémosla dentro del
mundo, cerca de Dubai donde gobiernan los petrodólares. Le podemos agregar
medio millón de habitantes viviendo en el centro de su ciudad en las torres de
edificios espejados. A esa cantidad de habitantes sumemos otra cantidad igual
que llega desde las periferias. Algunos vienen desde lujosos condominios y
otros desde poblaciones mucho más sencillas. Todos pasan el día en Al Dabi hasta
regresar a sus casas. Más precisamente lo pasan en esas inmensas torres de
edificio que tiene hasta lugar para almorzar y descansar. Tan así es que uno
podría decir que ellos no viven en Al Dabi sino que viven en las empresas donde
trabajan ¿Sería muy duro decir que vida y trabajo son sinónimos? La historia de
Al Dabi es la de muchos y se justifica de un modo excelente con E de éxito.
El problema que tienen a futuro los habitantes de
Al Dabi es poder desplazarse; se sabe, cada vez hay más vehículos y personas
que espacios para transitar. Para peor sus habitantes tienen no se cuál
complejo que los motiva a tener esos autos que parecen naves espaciales.
Alertados por esta situación una década atrás se dio inicio a una veloz
construcción de autopistas. En el medio se movilizaron algunas poblaciones
humildes, pero ustedes saben que es no es impedimento de nada. Eso no fue
suficiente porque la población aumentaba más rápido que los carriles de las
autopistas. Encima los “relocalizados” querían seguir trabajando en Al Dabi por
más de que tuvieran que viajar más. Para ellos se hizo un tren hace cuatro años
que se complementó con otro tren, pero de alta velocidad que venía desde la
zona alta. El problema de esto es que el tren llegaba hasta unas plazas donde
la gente no trabaja. Por eso, hace dos años en esas plazas se cambiaron árboles
y canteros por terminales de transbordo para poder pasar del tres a unas
micros. Si el invento hubiera sido sudaca se llamaría “Transaldabi”, pero como
es de oriente no se cómo pronunciar su nombre. El año pasado el sistema
colapsó. Esto provocó que se ponga en marcha una nueva autopista de
circunvalación para bypassear los tacos de la hora punta. La construcción fue
un éxito para los dueños de las naves espaciales; el resto dicen que sigue en
un taco sin llegar a destino. Al final son un sector no tan productivo. La
historia de Al Dabi es la de muchos y se justifica de un modo excelente con E
de eficiencia.
***
Sin levantar banderas y colores comprendo que el
desafío no es menor ¿Cómo hacer que la gente pueda llegar allí donde “hay
vida”? Es la pregunta de urbanistas, pero también es la pregunta que nos
hacemos como Iglesia. La respuesta se escribe con E; pero no de éxito ni de
eficiencia sino con E de encuentro.
Cuando los sacramentos son autopistas para naves
espaciales; cuando las parroquias son trenes de pobres y las comunidades trenes
de ricos; cuando la misa o la iglesia es centro de transbordo; cuando
privatizamos nuestra fe apartándolo de lo público; cuando ocurre todo eso estaremos
haciendo una Iglesia más regida por el éxito o la eficiencia que por el
encuentro.
Ciudades e Iglesia ante una misma realidad. A
veces pienso que deberíamos ser mucho menos profesionales para que así sin
tanto rollo podamos todos participar del encuentro. Me anima este ideal y es la
excelente historia de muchos de nosotros, con E de esperanza.
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