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Palabras de despedida

Queridos amigos y compañeros de camino cuesta mucho despedirse y dejar este bendito país. Cuesta porque son dos años y dos años acá bien vividos. Tanto es así que a menudo surge la pregunta: es mucho o poco dos años? En cierta medida porque pasó rápidos y porque dentro del promedio de vida dos años no parecen pesar mucho es que parece poco. Sin embargo por la profundidad, la intensidad, el encuentro y la conversión parece muchísimo... Tal vez algunos datos nos ayuden a darle el peso adecuado.

El significado de dos años
En estos dos años tuvimos tres presidentes. Cuando llegamos estaba Lugo, pero pocos días antes de nuestra Toma de Túnica, los diputados y senadores dieron una prueba de celeridad rompiendo con la idea de que no hacen mucho y en pocos días lo "echaron". Luego llegó Franco, el vicepresidente de Lugo. Finalmente, tras las correspondientes elecciones, Cartes llegó al poder. En estos dos años tuvimos dos Papas: cuando llegamos estaba Benedicto hoy se le suma Francisco con una sorprendente renuncia. Cuando llegamos Jorge Mario Bergoglio era un argentino, y porteño que vivía su sacerdocio con sencillez y una clara opción por quienes estaban en las afueras. Hoy ese hombre solamente cambió de nombre. Cuando llegamos rezábamos por las negociaciones para que el Santuario Original fuera alquilado a buen precio. Se logró alquilar y empezamos a rezar para lograr comprarlo. Se frenaron las negociaciones y en mayo lo recibimos de regalo. Cuando llegué tenía seis sobrinos; hoy tengo nueve y uno más que acompaña desde el cielo. Qué son dos años en el fútbol? Hablemos de dos hechos que nos tocan de cerca. Cuando llegué Olimpia navegaba crisis tras crisis. Hoy sigue igual, pero siendo el segundo mejor equipo del continente. Paralelamente un acontecimiento de carácter mundial. El Club Atlético Independiente, el Rey de Copas, el máximo ganador de Libertadores, la segunda casa de nuestro compartido Erico, bajaba de categoría. Sí: nos fuimos a la B.

Dios es fiel a sus promesas
Evidentemente dos años es mucho tiempo. Me agarro de los últimos acontecimientos nombrados para ilustrar una realidad del Noviciado: no contaron mucho los títulos, las historias, los nombres y mucho menos los talentos porque al final todo se resuelve en la cancha. La cancha que es la vida, es el proceso, es el lugar privilegiado para encontrarnos con Dios. Tomando esta descripción de estos dos años me permito una constatación: Dios es el Señor de la Historia y como tal cumple sus promesas. Es cierto que no en pocas veces lo hace por caminos distintos, pero lo hace. Por eso creemos que lo mejor está por venir. Cuando yo di mi "si", mi "aquí estoy", Dios no me prometió liberarme  de dificultades, dolores, errores, culpas ni pasados. Tampoco prometió que sería sacerdote. Dios me prometió un camino de felicidad. Y lo está cumpliendo incluso con todo lo anterior. Por eso la alegría y el agradecimiento que justifican la entrega ¿Sabrán todos de mi alegría?

Quedamos los misericordiados.
Otro gran cambio especialmente notable es la disminución de novicios. Empezamos siendo 19; hoy somos once ¿Qué pasó en el medio? ¿Qué descubrieron? No hay mucha explicación, no hay patrones. Entre los que se retiraron hay profesionales y estudiantes; hay grande y más chicos; hay de todos los territorios y de todos los temperamentos. Entre los que nos quedamos la diversidad es igualmente notable y grande. Tanta que hasta puede asustar. Entre nosotros no hay patrones de comportamiento ¿Qué hay entonces? Hay misericordia. Esa es la razón por la que nosotros seguimos. Es todo por misericordia de Dios. No hay méritos, talentos ni fuerzas que justifiquen el llamado. Esto es pura misericordia ¿Quiénes quedamos? Quedamos los que hemos sido misericordiados.

Despedirse como acto de justicia y gratitud
Cuesta despedirse, pero es un acto de justicia y gratitud hacerlo. Gracias Paraguay. Gracias Familia de Schoenstatt. Gracias Marcia por tus postres que inventaron un adjetivo. Gracias Mabel porque no solamente nos enseñaste a comer. Gracias Leo por ayudarme a acordarme a bajar pronto cada vez que me revista. Gracias Dionicio por tu compañía de hermano y tu inquebrantable paciencia de padre capaz de soportar la rotura de dos caños en minutos. Gracias Círculo Vocacional, quedamos en deuda en el servicio. Gracias JM por "sus" vocaciones que hacen la diferencia. Y gracias por su ideal tan intensamente vivido en donde estén. Sepan que este kurepa también se deja tocar por ese corazón de fuego. Mi gratitud se traduce en oraciones para que el día de mañana sus hijos tengan muchos sacerdotes paraguayos y menos argentinos. Gracias Tuparenda por enseñarme que el arte de vivir es encontrarse con el otro, con Dios y la Mater (y no otra cosa). 

Quedamos en eso. Permanezcamos fieles a la Alianza de Amor que lo demás no importa tanto. Permanezcamos unidos en Cristo. Ñandejara Hesukristo tanderovasa.

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