Querida familia, queridos amigos, quería compartirles unas palabras a la luz de algunas meditaciones del Evangelio que acabamos de leer. Confieso que me pone un poco nervioso y que esto de hablar delante de tanta gente es algo nuevo, pero iremos aprendiendo.
Con este Evangelio se
continúa un poco lo que venimos escuchando y rezando desde hace algunos
domingos en el camino de la Cuaresma. Durante todo este tiempo estamos
queriendo hacer un camino de preparación. A lo largo de este camino, nos hemos
ido vaciando de distintas cosas para hacer lugar a la vida nueva que el Señor
nos quiere regalar en su Pascua. Con este Evangelio hoy queremos profundizar esa
línea.
De modo particular se
nos ha ido mostrando el modo de actuar de Jesús. Así, vamos recibiendo la
invitación de caminar a la manera de
Jesús. Y ¿cómo es la manera de Jesús? Quisiera detenerme en con quiénes se
junta hoy: con un amigo. Parece una obviedad, pero hoy es un lindo día para detenerse en esto.
Jesús muestra que es importante tener amigos y que también hay una misión
dentro de los amigos. Él va junto a su amigo y le devuelve la vida. Tal vez sea
bueno preguntarse cómo soy yo en mi grupo de amigos, cuánto sumo o cuánto
cargo, cuánto acompaño o cuánto me borro.
En este camino que
vamos haciendo, entonces, vamos ganando profundidad. Y ahora la cosa se pone
seria. Ojo, se pone seria no porque se ponga más sufrida sino porque cada vez
se va mostrando con más fuerza el mensaje de Jesús. No nos olvidemos, que todo
este camino de Cuaresma es un camino que nos va a conducir al encuentro con la
verdad más plena, con quién es Jesús y con el para qué vino. Captar el mensaje
impone poner atención a lo que dice y a lo que hace.
“Yo soy la Resurrección y la Vida”, va a decir hoy. Y de alguna manera
es como que nos spoilea, nos anticipa
el final de la Cuaresma. Es que este camino de Cuaresma nos regala la Vida, y
Vida en Abundancia, porque nos dice también que “el que cree en mí no morirá jamás”. Sí, nos mata la sorpresa, pero
al mismo tiempo nos invita a preparar el corazón, a cultivar el anhelo de esta
nueva vida que nos quiere regalar.
Alguno puede decir que
en realidad no está muerto, que está viviendo y que está teniendo una linda
vida. Es cierto y no es la idea inventar fantasmas. Pero incluso a ellos Jesús
quiere regalar más vida. Jesús quiere decirte que por más de que estés jugando un excelente partido de
fútbol cinco, Él te quiere llevar a jugar al Libertadores de América. Hay más
vida que nos quiere regalar.
Viendo el Evangelio de
hoy Jesús me daba una linda pista de qué es esta nueva vida que nos quiere
regalar. Viéndolo a Lázaro -al que le regala vida- envuelto en sus vendas, me
parece que la vida buena que nos quiere regalar Jesús es una vida de libertad.
Dios nos quiere libres, pero libres en serio.
Dios nos quiere libres
y esta nueva vida que nos quiere regalar es una vida en libertad. Libera en
serio y no juega a la libertad. Y acá hay una parte que nos toca que es
importante. Me acompañó mucho la imagen de las vendas: si bien Jesús resucita a
Lázaro después es necesario quitarse las vendas. Pensaba en la imagen de Lázaro
saliendo de la tumba tipo la momia y ahí, claro, Lázaro estaba con vida, pero
una vida muy limitada. Es preciso sacarse las vendas: Dios nos quiere libres.
Por eso recibimos la invitación en este domingo de Cuaresma a apostar por la
libertad en serio. Pensaba qué fácil nosotros podemos jugar con la libertad. Por el contrario, la
libertad que Dios nos quiere regalar siempre nos abre horizonte, siempre nos
llama a más.
Puede ser un poco
cruda, pero mirando la situación cuando a Lázaro le quitan las vendas no es que
había sido sepultado vestido de traje y corbata. No. Lázaro estaba desnudo. Le
quitan las vendas y Lázaro quedan en bolas. De alguna manera nos remite a la
creación y con este milagro es como que vuelve a nacer. Dios nos quiere libres
y la libertad que Él nos viene a regalar es para que podamos ser nosotros
mismos. El valor de cada uno de nosotros, lo que da sentido a la libertad, es
poder desarrollar lo que ya somos aunque sea en potencia. Dios quiere que
seamos nosotros mismos: sin máscaras y sin vendas que nos oprimen. Es cierto
que esto es mucho más difícil. Esto conlleva quedar expuesto, salir de nuestros
sepulcros, salir de nuestra comodidad y de golpe encontrarte predicando en una
misa de domingo en Confidentia. Es muchísimo más cómodo quedarse vendado. Pero
no: hoy Jesús nos recuerda el valor de nosotros mismos y de así como somos. Y
nos invita a apostar por nuestra libertad, por animarnos a ser libres en serio.
Para ir terminando, el
Evangelio narra que en realidad son otras personas las que quitan la venda al
resucitado. Jesús manda a otros y les dice “quítenle
las vendas”. De la misma manera hoy también nos envía a otros a quitarles
las vendas. Dios nos quiere libres a nosotros, pero también quiere una
comunidad de hombres y mujeres libres. Por acá pasa, como decimos en
Schoenstatt, el hombre y la vida nueva en la comunidad nueva que el Señor nos
quiere regalar. Por eso, salgamos al encuentro de los que necesitan ser
liberados. Liberarlos no porque nosotros tengamos la posta sino porque vemos y
queremos recordar a cada persona que vale.
En estos días me hacía una lista de a quiénes liberar. Pensaba en cuatro, seguramente puedan ser muchos más: los esclavos del hambre, de la droga, de la ideología y de la apariencia.
En estos días me hacía una lista de a quiénes liberar. Pensaba en cuatro, seguramente puedan ser muchos más: los esclavos del hambre, de la droga, de la ideología y de la apariencia.
Pidamos todo juntos,
queridos amigos y querida familia, que esta vida nueva que ya sabemos que vamos
a recibir nos haga más libres. Preparémonos para eso. Que el Resucitado también
nos regale el coraje, la valentía, de animarnos para ser libres y libres en
serio.
* Versión breve de la prédica de la misa del domingo 2 de abril en Confidentia.
* Versión breve de la prédica de la misa del domingo 2 de abril en Confidentia.
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