Un lugar comun es... transformar a Cristo en un sencillo manual de procedimientos para la vida. Y vivir engañados en ese cumpli-miento.
Amigo mio:
Aunque cueste que me creas estas líneas van para vos. Se que este tipo de cosas se dicen en la cara, pero últimamente estoy menos corajudo que de costumbre. En serio es algo que te quería decir y que hasta ahora no había encontrado la forma (incluso no estoy seguro de que efectivamente esto llegue a vos y me leas).
Debo decirte que te engañaron. O mejor dicho te están engañando. O peor aun: te estuve engañando.
Te engañaron. Cuando aun estábamos en el colegio juntos hablábamos de
qué sería de nuestras vidas, qué estudiaríamos, a qué nos dedicaríamos. Esto llegaba con el recuerdo melancólico por el veloz paso del tiempo. Pero ahí nos encontraba a los dos. En ese ultimo año habíamos compartido experiencias de las que dejan marca: viaje de fin de año, partidos de fútbol matutinos, revistas, ejercicios espirituales y las misiones (pocos momentos que mostraban que tu
rudeza era solo una carta de presentación que ocultaba un terrible llorón detrás). Miro ese momento y debo decirte que te engañaron o que te engañamos.
Te engañamos. Cuando dijimos que la vida se trataba de hacer una determinada cantidad de cosas y transformamos la vida en un manual de procedimientos con los que uno debe cumplir y así sentirse... satisfecho.
Te engañamos. Cuando decíamos que era importante rezar, hacer un retiro por año y misionar en Semana Santa. Así descubríamos el sentido trascendente de tu vida, de mi vida y nos emocionábamos.
Te engañamos. Cuando dijimos que todo daba lo mismo que en realidad no tenía mucho sentido poner los huevos sobre la mesa sino que debías cuidarte, protegerte, defenderte y tantos "ertes" que al final la vida se te volvía inerte.
Te engañamos. Cuando dijimos que lo más importante era ser amigos para toda la vida y que me bancaras y que yo te bancara y así lográbamos sostenernos para ir creciendo, evolucionando.
Te engañamos. Cuando mostramos que el centro estaba puesto en ideas, formas, costumbres y estructuras como cosas abstractas que nos dan cierto lugar para que nos amoldemos a nuestro modo de ser.
Sí, te engañamos. Te engaño. Pero por favor te pido que entiendas que no lo hago del todo conscientemente.
Ahora miro para atras y descubro y te descubro como a la deriva, en la búsqueda y también a la espera. Te noto cansado de hacer muchas -¡tantas!- cosas, ya ni siquiera rezas porque te aburre o te sentís "indigno", sumido a un masomenismo que ni siquiera sabes diferenciar lo clave que no lo es, haciendo de la vida un gran evento social y exageradamente idealista.
Lo peor es que sos un claro reflejo de lo que no mostré... y te pido perdón. Porque no te hablé de Jesús. Porque no te humanicé a Jesús. Por esconderte su cariño. Por no dar a conocer esa esencia de Jesús, ese Amor que Él nos tiene.
Fui egoísta. Sabrás que en estos días ya corrió la bola de que emprendo el camino al sacerdocio, lo cual es cierto. Fui egoísta porque yo sí entendí que sólo hay una cosa importante. Porque encuentro en la relación con Dios el sentido de mi vida. Yo me estoy jugando las pelotas por alguien que lo vale y lo demás hoy me importa mucho menos. Pude descubrir en los demás una manera de sacar lo mejor de mí y plasmarlo en el bien concreto.
Yo vi, entendí y viví que todo se trataba de Jesús.
Y no lo digo como mérito, sino con vergüenza ¡Qué generoso fue Dios conmigo y qué mal me sale difundir tanto bien recibido! Me queda como consuelo el deseo de que al momento de que me vean lejos de todos ustedes -o al menos al recordarme- puedan reconocer algo de lo que Dios puso en mí y que sobre todo hay alguien que hace que esto merezca la pena.
Te mando un abrazo grande y podés contar conmigo para lo que quieras.
Juan+
Amigo mio:
Aunque cueste que me creas estas líneas van para vos. Se que este tipo de cosas se dicen en la cara, pero últimamente estoy menos corajudo que de costumbre. En serio es algo que te quería decir y que hasta ahora no había encontrado la forma (incluso no estoy seguro de que efectivamente esto llegue a vos y me leas).
Debo decirte que te engañaron. O mejor dicho te están engañando. O peor aun: te estuve engañando.
Te engañaron. Cuando aun estábamos en el colegio juntos hablábamos de
qué sería de nuestras vidas, qué estudiaríamos, a qué nos dedicaríamos. Esto llegaba con el recuerdo melancólico por el veloz paso del tiempo. Pero ahí nos encontraba a los dos. En ese ultimo año habíamos compartido experiencias de las que dejan marca: viaje de fin de año, partidos de fútbol matutinos, revistas, ejercicios espirituales y las misiones (pocos momentos que mostraban que tu
rudeza era solo una carta de presentación que ocultaba un terrible llorón detrás). Miro ese momento y debo decirte que te engañaron o que te engañamos.
Te engañamos. Cuando dijimos que la vida se trataba de hacer una determinada cantidad de cosas y transformamos la vida en un manual de procedimientos con los que uno debe cumplir y así sentirse... satisfecho.
Te engañamos. Cuando decíamos que era importante rezar, hacer un retiro por año y misionar en Semana Santa. Así descubríamos el sentido trascendente de tu vida, de mi vida y nos emocionábamos.
Te engañamos. Cuando dijimos que todo daba lo mismo que en realidad no tenía mucho sentido poner los huevos sobre la mesa sino que debías cuidarte, protegerte, defenderte y tantos "ertes" que al final la vida se te volvía inerte.
Te engañamos. Cuando dijimos que lo más importante era ser amigos para toda la vida y que me bancaras y que yo te bancara y así lográbamos sostenernos para ir creciendo, evolucionando.
Te engañamos. Cuando mostramos que el centro estaba puesto en ideas, formas, costumbres y estructuras como cosas abstractas que nos dan cierto lugar para que nos amoldemos a nuestro modo de ser.
Sí, te engañamos. Te engaño. Pero por favor te pido que entiendas que no lo hago del todo conscientemente.
Ahora miro para atras y descubro y te descubro como a la deriva, en la búsqueda y también a la espera. Te noto cansado de hacer muchas -¡tantas!- cosas, ya ni siquiera rezas porque te aburre o te sentís "indigno", sumido a un masomenismo que ni siquiera sabes diferenciar lo clave que no lo es, haciendo de la vida un gran evento social y exageradamente idealista.
Lo peor es que sos un claro reflejo de lo que no mostré... y te pido perdón. Porque no te hablé de Jesús. Porque no te humanicé a Jesús. Por esconderte su cariño. Por no dar a conocer esa esencia de Jesús, ese Amor que Él nos tiene.
Fui egoísta. Sabrás que en estos días ya corrió la bola de que emprendo el camino al sacerdocio, lo cual es cierto. Fui egoísta porque yo sí entendí que sólo hay una cosa importante. Porque encuentro en la relación con Dios el sentido de mi vida. Yo me estoy jugando las pelotas por alguien que lo vale y lo demás hoy me importa mucho menos. Pude descubrir en los demás una manera de sacar lo mejor de mí y plasmarlo en el bien concreto.
Yo vi, entendí y viví que todo se trataba de Jesús.
Y no lo digo como mérito, sino con vergüenza ¡Qué generoso fue Dios conmigo y qué mal me sale difundir tanto bien recibido! Me queda como consuelo el deseo de que al momento de que me vean lejos de todos ustedes -o al menos al recordarme- puedan reconocer algo de lo que Dios puso en mí y que sobre todo hay alguien que hace que esto merezca la pena.
Te mando un abrazo grande y podés contar conmigo para lo que quieras.
Juan+
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