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Primeras 10 historias mínimas de Europa

1. Me salió de adentro.
Después de andar por Europa unos veinte días nunca creí que realmente me iba a contagiar tanto de ellos. El día que volvimos de Roma hacia Madrid nos tomamos el metro que venía bastante completo. Como nosotros teníamos la valija la entrada se nos dificultó más de la cuenta. Por eso quedé atrapado en la puerta. Mientras yo hacía fuerza para que las puertas no terminaran por cortarme por la mitad vino un hombre de seguridad que me quiso meter de un empujón más de tercer mundo que del primero. Ante esto yo reaccioné rápidamente quitándole la mano de encima y le grité “tú no estas para esto”. Debe haber sido la primera vez que traté de tu a una persona.



2. Yerba dudosa.
Pocas cosas nos gustaban más que encontrar un buen lugar para tomarnos unos mates. En este sentido el Parque de El Retiro, en Madrid, fue uno de los mejores. Nos sentamos en un banco sobre una de las prolijas callecitas y empezamos el ritual. A la distancia la gente nos miraba sorprendida. Esto no ocurrió con un africano quien después de mirarnos con una mirada cómplice se nos acercó y nos pidió… ¡marihuana!
3. Desencontrado en el Museo.
De las mejores cosas que vi, sin dudas el Museo del Louvre ocupa un lugar privilegiado. Su completa colección, su buena distribución, su prolijidad y una buena audioguía (no se si esta palabra es masculina o femenina) colaboraron en tal sentido. Tan grande fue mi entusiasmo que me quedé recorriéndolo como cinco horas. Obviamente a la salida me costó encontrar al Pitu a quien había dejado de ver en la primera sala. Sin saber qué hacer intenté comunicarme en todos los idiomas existentes para ver si alguien lo había visto. Después de que un hombre, en buen castellano, me dijera “mira aquí entra mucha gente”, me di cuenta que mi esfuerzo eran en vano y decidí partir hacia Montmartre solo y dos horas más tarde de lo previsto.

4. Unión argentina.
En un país tan dividido y con tanta rivalidad hay un elemento que nos hace sentir bienes argentinos y que nos hermana: el mate. Así lo comprobamos en todo el viaje. Cada vez que teníamos el termo colgando (no sean mal pensados che!) los argentinos se nos pegaban. Según la pinta (y el sexo) nuestra respuesta era más o menos amistosa. Gracias a esto en Roma establecimos una buena relación con unas jóvenes médicas de quien Pitu se enamoró rápidamente de una… hasta que se enteró de que se casaba a fin de año.

5. En Francia como en Argentina.
En un viaje bastante bien estructurado uno de los pocos momentos de incertidumbre fue el viaje Barcelona – Paris. Hasta el mismo día de partir no teníamos pasaje en tren. Así al llegar a la boletería nos dijeron que tenían todo ocupado. La solución era viajar hasta Cerbere (la primera localidad francesa después de pasar la frontera con España) y ahí esperar encontrar algo. Así hicimos, pero cuando llegamos a este pueblucho nos dijeron que no tenían nada. Después del primer susto el mismo boletero nos mandó a hablar con el guarda y en Francia, como en Argentina, tirando buena onda (y unos mangos me parece) nos dieron el espacio requerido.



6. Hermandad Latinoamericana.
Esta frase nos puede generar cierto dolor de cabeza si la asociamos a algunos presidentes (y presidenta) de la región, pero sin duda expresa una realidad. Aunque le pese a los que tienen airetes europeos la realidad es que los latinoamericanos somos como hermanos separados al nacer. Así lo vivimos en distintos momentos del viaje donde a la distancia podíamos distinguir a las tres grandes civilizaciones presentes: latinoamericanos, europeos y chinos. Con los primeros fue con quienes mejor relación entablamos, tanto que uno de los grandes amigos del viaje terminó siendo ¡un chileno!

7. Misión fútbol.
La visita a Versalles fue de los días más fríos del año. Nevaba finito lo que daba un particular encanto a los jardines, pero también limitaba mucho nuestro actuar. Así después de dar una vuelta corta me senté en un banco cerca de un grupo de niños que estaban ahí en una excursión del colegio. Después de algunas miradas penetrantes me animé a hablarles. Traté de engancharlos por el lado más fácil: el fútbol. Les conté que era de Independiente y traté de explicarles lo grosso que es ser hincha de este club como si fuera un misionero del club. Ellos me miraban atentos y cuando les pregunté qué conocían de Argentina me dijeron dos palabras: Messi y Agüero (con su particular pronunciación de la r). Feliz por eso les mostré mi camiseta del rojo que me acompañó siempre en mi mochila. Asustado por esto, al poco tiempo apareció el maestro quien gentilmente me invitó a retirarme. Mientras me iba se escuchaban los gritos de los propios chicos diciendo “Messi, Messi”.


8. ¿Argentina?
Pocas cosas golpean tanto al orgullo como la indiferencia y la ignorancia. Así nos pasó cuando hablamos con una mucama de uno de los hostales y le contamos que éramos argentinos. Ella primero nos preguntó si quedaba al norte y cuando la corregimos nos respondió acongojada: “es verdad, me equivoqué, está cerca de Ecuador”.

9. Europa siempre estuvo cerca.
Contradiciendo parte de lo ya dicho reconocimos importantes rasgos comunes con los habitantes de algunas de las ciudades en las que estuvimos. Esto nos pasó en Barcelona, Madrid y fundamentalmente Roma. Ritmos parecidos, el mismo gusto por la comida, un buen don de gente, pasión por el fútbol y hasta algunas políticas públicas para el ordenamiento del transito (lo cual me hizo tener presente al capo de Rodríguez y el debate en torno a la copia de políticas públicas).

10. La verdad de la milanesa.
En nuestro paso por Madrid, la noche antes de partir, nuestra última cena fue en lo de Rocío Casal (trabajaba con Pitu). Después de una muy buena picada, donde no me importó quedar como un muerto de hambre, la dueña de casa nos recibió con milanesas. Después de tantos días fuera de nuestras tierras encontrarnos con carne era como encontrar agua en el desierto. Por eso nos abalanzamos sobre la comida. La ilusión duró poco porque apenas dimos un par de bocados nos dimos cuenta que la verdad de la milanesa está en la carne. Gracias igual por el gesto.

Comentarios

gloria ha dicho que…
juan que buena onda seguir esuchando cuentos del viaje!! muero por llegar para que nos ssigas contando y verte che... Muy canchero el gorro europeoo ehh ya pitu nos habia adelantado tu pinta jaja
yo todavia no vi las fotoos asi que despues me las mostraras todas que me re divierte!
un beso grande y qeu sigas bien

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