Un lugar comun es... reclamar la despenalización de la tenencia de marihuana para consumo personal apoyándose en "filosofías" liberales o libertarias.
(a continuación la conclusión de un trabajo en el que analizo filosóficamente el proyecto de ley de la diputada Diana Conti que persiguó ese objetivo).
Esta línea de pensamiento [en referencia a las ideas liberales y libertarias de justificarse en ideas como "plan de vida" o "Estado Mínimo"] merece algunas objeciones desde su perspectiva filosófica, pero también práctica. En este sentido nos parece importante ubicar en el centro del debate la crítica comunitarista[1] a los distintos filósofos libertarios. “Se sostiene que una política basada en el sólo reconocimiento de las libertades individuales no puede sino llevar al conflicto de intereses, conflicto que únicamente puede resolverse si recurrimos a una concepción sustantiva de bien”[2].
Trasladando este concepto al tema de este trabajo reconocemos que el justificativo de Nozick y su Estado mínimo parece insuficiente ¿Cómo sería la relación entre los consumidores de marihuana y los que no? ¿Cómo es posible resolver este conflicto de intereses sino es desde una perspectiva comunitarista? El proyecto de la señora diputada Dra. Conti intenta establecer una diferenciación entre el consumidor y el resto de la población. Esto puede ser atractivo en términos teóricos, pero muy refutable en la práctica. La figura del consumidor del proyecto tiene que ver con que “existe una mitología popular acerca de vendedores siniestros y viciosos que corrompen a jóvenes ingenuos a través del engaño o la seducción”[3]. Por eso la despenalización del consumo estaría referida a la separación del consumidor de los ‘vendedores siniestros, viciosos y corruptores’. Eso es falso y no ocurre en la realidad. “La primera experiencia [de consumo de droga] obedece de manera invariable al libre y entusiasta ofrecimiento de una droga por parte de un amigo. Este amigo –o ‘portador’- rara vez es un adicto” y está muy alejado del “drogadicto que ha tocado fondo y constituye la peor publicidad posible para iniciar a otros en el consumo de drogas”[4]. De esta manera la despenalización del consumo personal tendría como consecuencia obligada la despenalización absoluta. Entonces, lejos de suprimir la disputa social de intereses, este proyecto los incentivaría haciendo fundamental una concepción relativa del bien.
En síntesis nosotros creemos que es atractivo apoyar el debate de la despenalización sobre la base de una filosofía libertaria. Pero también estamos convencidos, a partir de los dos puntos ya mencionados, que es insuficiente. Será necesario, entonces abordar estos temas desde un debate plural donde “el testimonio de los intentos propios de resolver estas cuestiones, den lugar a ese ámbito de entendimiento y de diálogo, en el que los problemas que se presentan con más urgencia a la humanidad puedan encontrar una posible solución”[5].
[1] Vale aclarar, como diría Migliore, que “el término, hasta cierto punto resulta equívoco, ya que agrupa a pensadores de muy distinta procvedencia, separados en cuiestiones tan relevantes como su valoración o rechazo a la Ilustración. Los une, de todos modos, la común oposición al liberalismo y la pretensión de elaborar un concepto de sociedad política más denso”. (Migliore, 2003)
[2] Migliore,J.2003.
[3] Ortiz Frágola, A. 1992
[4] The White House, 1989.
[5] Migliore, 2003 op.cit. p. 89.
(puede pedir el trabajo completo en juanmolina87@yahoo.com.ar)
(a continuación la conclusión de un trabajo en el que analizo filosóficamente el proyecto de ley de la diputada Diana Conti que persiguó ese objetivo).
Esta línea de pensamiento [en referencia a las ideas liberales y libertarias de justificarse en ideas como "plan de vida" o "Estado Mínimo"] merece algunas objeciones desde su perspectiva filosófica, pero también práctica. En este sentido nos parece importante ubicar en el centro del debate la crítica comunitarista[1] a los distintos filósofos libertarios. “Se sostiene que una política basada en el sólo reconocimiento de las libertades individuales no puede sino llevar al conflicto de intereses, conflicto que únicamente puede resolverse si recurrimos a una concepción sustantiva de bien”[2].
Trasladando este concepto al tema de este trabajo reconocemos que el justificativo de Nozick y su Estado mínimo parece insuficiente ¿Cómo sería la relación entre los consumidores de marihuana y los que no? ¿Cómo es posible resolver este conflicto de intereses sino es desde una perspectiva comunitarista? El proyecto de la señora diputada Dra. Conti intenta establecer una diferenciación entre el consumidor y el resto de la población. Esto puede ser atractivo en términos teóricos, pero muy refutable en la práctica. La figura del consumidor del proyecto tiene que ver con que “existe una mitología popular acerca de vendedores siniestros y viciosos que corrompen a jóvenes ingenuos a través del engaño o la seducción”[3]. Por eso la despenalización del consumo estaría referida a la separación del consumidor de los ‘vendedores siniestros, viciosos y corruptores’. Eso es falso y no ocurre en la realidad. “La primera experiencia [de consumo de droga] obedece de manera invariable al libre y entusiasta ofrecimiento de una droga por parte de un amigo. Este amigo –o ‘portador’- rara vez es un adicto” y está muy alejado del “drogadicto que ha tocado fondo y constituye la peor publicidad posible para iniciar a otros en el consumo de drogas”[4]. De esta manera la despenalización del consumo personal tendría como consecuencia obligada la despenalización absoluta. Entonces, lejos de suprimir la disputa social de intereses, este proyecto los incentivaría haciendo fundamental una concepción relativa del bien.
En síntesis nosotros creemos que es atractivo apoyar el debate de la despenalización sobre la base de una filosofía libertaria. Pero también estamos convencidos, a partir de los dos puntos ya mencionados, que es insuficiente. Será necesario, entonces abordar estos temas desde un debate plural donde “el testimonio de los intentos propios de resolver estas cuestiones, den lugar a ese ámbito de entendimiento y de diálogo, en el que los problemas que se presentan con más urgencia a la humanidad puedan encontrar una posible solución”[5].
[1] Vale aclarar, como diría Migliore, que “el término, hasta cierto punto resulta equívoco, ya que agrupa a pensadores de muy distinta procvedencia, separados en cuiestiones tan relevantes como su valoración o rechazo a la Ilustración. Los une, de todos modos, la común oposición al liberalismo y la pretensión de elaborar un concepto de sociedad política más denso”. (Migliore, 2003)
[2] Migliore,J.2003.
[3] Ortiz Frágola, A. 1992
[4] The White House, 1989.
[5] Migliore, 2003 op.cit. p. 89.
(puede pedir el trabajo completo en juanmolina87@yahoo.com.ar)
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