Tal vez este es el momento en que me arrepienta de mi intromisión más arriesgada como maestro de ceremonia: después de la promesa de obediencia que hacían los ordenandos, entré en escena para pedir a dos fotógrafos improvisados que no se suban al presbiterio. “Queda feo” , sólo les dije. No fui muy diplomático, pero el mensaje llegó. Ninguno de los dos volvió a subirse, manteniendo una prudencial distancia. A un puñado de días medio que lamento esa acción. Es que me falta una foto. Techi Pretel, una valiosa pieza de la Familia del Santuario de Confidentia, me compartió decenas de fotos sacadas por su celular. Mostraban la previa, el durante y el posterior festejo familiar aparentemente en el Almacén de Pizzas. Miré con detención cada una, pero no. No hubo caso. Me sigue faltando una foto. Pobre Techi no le puedo pedir más. Ella estaba ubicada en un lugar en donde los concelebrantes le tapaban la visión ¿Quién habrá sido el maestro de ceremonias que no cuidó ese detalle priorizando
Un lugar nada común en el mundo con pensamientos propios lejos de modelos, modos de acción, universales y rutinas impuestas. Un lugar en el mundo de libertad y expresión. Un lugar en el mundo para la originalidad. Sin pretensiones de ser el mundo, tan solo un lugar para estar.