Ya sé que son muchos los que a cada rato intentan ver el fútbol más allá del partido. Incluso debo admitir que no me caen del todo bien. En definitiva siempre creí que el fútbol era el partido. Es decir que uno gana, que otro pierde, que unos hacen goles, que otros reciben, que unos esperan y salen de contra y que otros salen a apretar a fondo (pero después los aprietan en el fondo). Insisto para mi el fútbol fue siempre eso. Fue, como dicen en el barrio, eso fue el fulbo o el futbol. Pero no. Estaba equivocado. No quisiera que con esto se me acuse inútilmente de vende humo o de hacer fulbito para la tribuna. Este año, este cuatrimestre, caí en la cuenta que es mucho –muchísimo- más que eso. La nota final puede haber sido las lágrimas que salieron de los ojos de Tete y que claramente no podían resultar simplemente de los goles hechos, de los no recibidos y mucho menos de la táctica. Hoy estuve pensando bastante qué es eso que tiene el fútbol que nos pone así. Pensé mucho en el f
Un lugar nada común en el mundo con pensamientos propios lejos de modelos, modos de acción, universales y rutinas impuestas. Un lugar en el mundo de libertad y expresión. Un lugar en el mundo para la originalidad. Sin pretensiones de ser el mundo, tan solo un lugar para estar.