Un lugar comun es... justificarnos por todo lo que no tenemos.
Hay momentos en que estar soltero es normal. De pendejo nadie se cuestiona estar de novio. Entrada la adolescencia los más zarpados eran los primeros en noviar. Esto duraba hasta quinto año cuando entre el viaje y la fiesta estar de novio ers sinónimo de esclavitud. Todo parece cambiar con la vida universitaria cuando ya no se usa la palabra novio reemplazándose por distintas con idéntico sentido. No tengo bien determinada la fecha, pero llegará un momento en que no estar en pareja merece alguna explicación; o dicho de otra manera nadie se queda cómodo con el mote de soltero. Supongo yo que esto ocurre a medida que se acercan los 30 y la posibilidad de ser solo no está tan buena. Antes de admitir eso se buscan excusas. Todo esto interpreto de esta situación…
Después de un jueves tapado de laburo (el asunto este del sistema de transporte público de bicicletas me está matando) fui a un bar a estudiar. Ahí fue donde saqué el razonamiento anterior cuando me distraje más de la cuenta con una mesa vecina en donde se llevaba a cabo un after office clásico. Obviamente dejé de estudiar y me entretuve tomando nota.
La mesa la integran cuatro. Tres mujeres y un varón. El varón parece ser el menor de la mesa. Tendrá más o menos mi edad. Pelo crespo, barba sin afeitar de unos días, pantalón de jean y remera blanca con escote redondo. A su derecha una señorita unos cinco años mayor con una delantera claramente operada y un pelo recogido que no esconde alguna ducha evitada. A la derecha una señorita de ojos claros que se destacan, baja estatura y una actitud de “he sido feliz en algún momento de mi vida”. A la izquierda del hombre de la mesa la más linda de todas. Escote insinuante, nariz de las que necesitan personalidad, pelo medio recogido entre rubio y castaño. Claramente le tiene ganas al hombre y por eso se siente con la necesidad de sostener la conversación. Así nos introduce en el tema del día: “Nico me parece raro que vos a tu edad estes soltero.. con tu facha, tenés buena onda… ¿es por algo en especial?”. El hombre de la mesa, que ahora sabemos que se llama Nicolás, responde un poco sorprendido: “Me siento halagado por lo de facha, pero la verdad es que no se muy bien. Como que no me interesa. Pienso que estoy con la cabeza en otra cosa… más en pasarla bien, estar con mis amigos y además viste tengo la facultad que me hace estar tapado con las entregas”. Algo incómoda la mujer de su derecha se suma al diálogo: “Yo lo re entiendo. Creo que en la vida hay momento para todos. En mi caso yo siento que hasta ahora no fue mi momento. Como que estoy re bien sola. No necesito a nadie… Igual, obvio que si se presenta una buena oportunidad no le voy a bajar la persiana. Estoy muy bien sola igual, eh”.De alguna manera logra justificarse y le pasa el peso caliente a quien está a su derecha. “Chicos hace falta explicar esto. Yo estuve de novia cinco años. Lo conocí a los 17 teníamos re buena onda. Estuvimos juntos cinco años y nos mudamos juntos. Pero saben… la convivencia termina por arruinar todo. Como que apagó la magia y volvió a nuestra relación muy rutinaria. Por eso ahora me quiero tomar un descanso. Corté hace dos años, pero fue algo de mucho tiempo. No me quiero volver a equivocar viste. Es como el dicho… cuando te quemas con leche ves una vaca y lloras.. ¿era así no?”. Cierra la ronda la tercera mujer: “Yo tengo como prioridad mis estudios. Me recibí el año pasado y ahora me quiero postular para ir a estudiar afuera. Entonces como que engarcharme ahora me rompe todos mis planes. Ya habrá tiempo para todo. Además saben, vos Nico sos la excepción, todos los varones están hechos unos boludos. Son muy cagones y están muy histéricos.. así no se puede”, cierra con argumento poco convincente.
De a uno se van yendo y me imagino cómo sigue la historia. Nicolás insiste con el llamado a su última saliente que lo mandó al freezer. La que estaba senatada a su derecha llega a su casa y llora. Para completar el panorama no entiende cómo es que el travesti que vive en el departamento tiene pareja y ella no. La que estaba en frente de Nico vuelve a su casa y apoya boca abajo el retrato de su ex. Aun con el paso del tiempo le duele tanto haber sido catalogada en su ambiente como “la ex de” como haber encontrado a su amado con otra. Finalmente la tercera le manda un sms a Nico con intenciones que el receptor nunca interpretará: “Muy bueno terminar la semana juntos, la pasamos bien!”
Y así pasa el tiempo. Y así pasa la vida. Y en tantos campos de la vida es impresionante cuánto nos justificamos cuando no tenemos lo que queremos. Tal vez deberíamos usar esa creatividad para ir en búsqueda de eso que sí queremos.
Hay momentos en que estar soltero es normal. De pendejo nadie se cuestiona estar de novio. Entrada la adolescencia los más zarpados eran los primeros en noviar. Esto duraba hasta quinto año cuando entre el viaje y la fiesta estar de novio ers sinónimo de esclavitud. Todo parece cambiar con la vida universitaria cuando ya no se usa la palabra novio reemplazándose por distintas con idéntico sentido. No tengo bien determinada la fecha, pero llegará un momento en que no estar en pareja merece alguna explicación; o dicho de otra manera nadie se queda cómodo con el mote de soltero. Supongo yo que esto ocurre a medida que se acercan los 30 y la posibilidad de ser solo no está tan buena. Antes de admitir eso se buscan excusas. Todo esto interpreto de esta situación…
Después de un jueves tapado de laburo (el asunto este del sistema de transporte público de bicicletas me está matando) fui a un bar a estudiar. Ahí fue donde saqué el razonamiento anterior cuando me distraje más de la cuenta con una mesa vecina en donde se llevaba a cabo un after office clásico. Obviamente dejé de estudiar y me entretuve tomando nota.
La mesa la integran cuatro. Tres mujeres y un varón. El varón parece ser el menor de la mesa. Tendrá más o menos mi edad. Pelo crespo, barba sin afeitar de unos días, pantalón de jean y remera blanca con escote redondo. A su derecha una señorita unos cinco años mayor con una delantera claramente operada y un pelo recogido que no esconde alguna ducha evitada. A la derecha una señorita de ojos claros que se destacan, baja estatura y una actitud de “he sido feliz en algún momento de mi vida”. A la izquierda del hombre de la mesa la más linda de todas. Escote insinuante, nariz de las que necesitan personalidad, pelo medio recogido entre rubio y castaño. Claramente le tiene ganas al hombre y por eso se siente con la necesidad de sostener la conversación. Así nos introduce en el tema del día: “Nico me parece raro que vos a tu edad estes soltero.. con tu facha, tenés buena onda… ¿es por algo en especial?”. El hombre de la mesa, que ahora sabemos que se llama Nicolás, responde un poco sorprendido: “Me siento halagado por lo de facha, pero la verdad es que no se muy bien. Como que no me interesa. Pienso que estoy con la cabeza en otra cosa… más en pasarla bien, estar con mis amigos y además viste tengo la facultad que me hace estar tapado con las entregas”. Algo incómoda la mujer de su derecha se suma al diálogo: “Yo lo re entiendo. Creo que en la vida hay momento para todos. En mi caso yo siento que hasta ahora no fue mi momento. Como que estoy re bien sola. No necesito a nadie… Igual, obvio que si se presenta una buena oportunidad no le voy a bajar la persiana. Estoy muy bien sola igual, eh”.De alguna manera logra justificarse y le pasa el peso caliente a quien está a su derecha. “Chicos hace falta explicar esto. Yo estuve de novia cinco años. Lo conocí a los 17 teníamos re buena onda. Estuvimos juntos cinco años y nos mudamos juntos. Pero saben… la convivencia termina por arruinar todo. Como que apagó la magia y volvió a nuestra relación muy rutinaria. Por eso ahora me quiero tomar un descanso. Corté hace dos años, pero fue algo de mucho tiempo. No me quiero volver a equivocar viste. Es como el dicho… cuando te quemas con leche ves una vaca y lloras.. ¿era así no?”. Cierra la ronda la tercera mujer: “Yo tengo como prioridad mis estudios. Me recibí el año pasado y ahora me quiero postular para ir a estudiar afuera. Entonces como que engarcharme ahora me rompe todos mis planes. Ya habrá tiempo para todo. Además saben, vos Nico sos la excepción, todos los varones están hechos unos boludos. Son muy cagones y están muy histéricos.. así no se puede”, cierra con argumento poco convincente.
De a uno se van yendo y me imagino cómo sigue la historia. Nicolás insiste con el llamado a su última saliente que lo mandó al freezer. La que estaba senatada a su derecha llega a su casa y llora. Para completar el panorama no entiende cómo es que el travesti que vive en el departamento tiene pareja y ella no. La que estaba en frente de Nico vuelve a su casa y apoya boca abajo el retrato de su ex. Aun con el paso del tiempo le duele tanto haber sido catalogada en su ambiente como “la ex de” como haber encontrado a su amado con otra. Finalmente la tercera le manda un sms a Nico con intenciones que el receptor nunca interpretará: “Muy bueno terminar la semana juntos, la pasamos bien!”
Y así pasa el tiempo. Y así pasa la vida. Y en tantos campos de la vida es impresionante cuánto nos justificamos cuando no tenemos lo que queremos. Tal vez deberíamos usar esa creatividad para ir en búsqueda de eso que sí queremos.
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