Nadie lo va a decir porque es incómodo, pero en el fondo seguramente más de un larretista celebró políticamente el lugar en el que quedaron parados. Alberto marcó la cancha y se definieron capitanes para el pan y queso . Como en los picados, suele ser importante quién elige sus jugadores aunque después todos formen parte de un mismo equipo . La unción de Larreta como capitán hecha por extraños aceleró la que tarde o temprano ocurriría desde adentro. Macri y Bullrich parecería que esperaban ese momento aunque a la larga puede que esta rápida unción los termine beneficiando en sus proyectos personalísimos. Desde Alberto fue hábil el intento de ubicar en el equipo contrario a Larreta y a la policía. Son los que no son nosotros. Son los que amenazan el sistema, pero sobre todo el proyecto original del frente de todos. Volviendo a la metáfora futbolera fue la pretensión no solamente de armarle un equipo sino también de imponerle una estrategia , unos valores: la seguridad, el éxito, la me
Un lugar nada común en el mundo con pensamientos propios lejos de modelos, modos de acción, universales y rutinas impuestas. Un lugar en el mundo de libertad y expresión. Un lugar en el mundo para la originalidad. Sin pretensiones de ser el mundo, tan solo un lugar para estar.