Continuando con el camino que empezamos hacia un par de domingos atrás, queremos seguir llegando desde nuestra querida Buenos Aires hasta el pesebre. Las lecturas del día de hoy y la liturgia nos proponen una actitud bien concreta para este tiempo: la alegría. San Pablo en la segunda lectura nos hace la invitación bien explícita: “Estén siempre alegres” (1Tes.5,16) . En la primera lectura escuchamos también la causa de la alegría del profeta Isaías: “Yo desbordo de alegría en el Señor…porque él me vistió con las vestiduras de la salvación y me envolvió con el manto de la justicia” (Is.61,10 a) . En esa misma sintonía escuchamos el Magnificat cantado entre las dos lecturas. Es una invitación a la alegría ¿Por qué? Porque se viene algo bueno, se viene algo lindo, se viene la Navidad, el regalo de Jesús en medio nuestro. Por eso, es como que las lecturas nos quieren despertar de la modorra de fin de año, del letargo en el que solemos caer y nos dice: “Pónganse alegres, se viene algo bu
Un lugar nada común en el mundo con pensamientos propios lejos de modelos, modos de acción, universales y rutinas impuestas. Un lugar en el mundo de libertad y expresión. Un lugar en el mundo para la originalidad. Sin pretensiones de ser el mundo, tan solo un lugar para estar.