El ritmo desparejo, pero acelerado de la escalera caracol no da lugar a dudas de que quien sube es Tito. Por este medio Tito, su mujer y sus dos hijos, unen diariamente la planta baja con el sexto piso donde tienen su modesta habitación en la villa 31. Al llegar a su cuarto, Tito se acerca al oído de su mujer dormida y al oído le susurra: “ganamos” . Lidia, su mujer, mira descreída y prefiere seguir durmiendo. Siendo ya los primeros minutos del día domingo, el plan de Lidia no parece demasiado loco. Sus pequeños hijos comparten el sueño desde hace tres horas. Así es la vida en el barrio: cae el sol y ya no es bueno andar por las calles por lo que el mejor panorama es subir a la habitación para ir a descansar y que mañana sea un nuevo día. Que mañana sea un nuevo día. Con la respiración todavía agitada Tito mira el horizonte y ahora se dice para a sí mismo como tratando de convencerse: “ganamos” . Tito no ganó el juicio contra Ferrocarriles Argentinos por la lesión que le gener
Un lugar nada común en el mundo con pensamientos propios lejos de modelos, modos de acción, universales y rutinas impuestas. Un lugar en el mundo de libertad y expresión. Un lugar en el mundo para la originalidad. Sin pretensiones de ser el mundo, tan solo un lugar para estar.