Algunos años atras en mi entorno familiar y en las discusiones futboleras que abundan, se estableció una polémica en torno al grado de dependencia que tenía Independiente de su figura el Kun Agüero. En ese entonces se subrayaba la gravitación del Kun en el mundo rojo en detrimento de los otros jugadores y del mismo entrenador que en ese entonces era Julio Falcioni (el mejor entrenador de Independiente desde que tengo memoria). Se decía que Independiente era agüerodependiente . La disputa siempre terminaba diciendo que en realidad juegan once. Aun así la idea quedó instalada con tanta profundidad que ni los posteriores éxitos o fracasos de Agüero y de Falcioni pudieron superar. No se asusten porque esto no es una defensa ni un intento reivindicatorio de Julio César. Por el contrario pretende ser una reflexión en denuncia de una realidad que me preocupa: nos cuesta mirar el equipo. Me preocupa cuando se da en la mirada del otro y me asusta cuando es en uno mismo. Se nos ha filtra
Un lugar nada común en el mundo con pensamientos propios lejos de modelos, modos de acción, universales y rutinas impuestas. Un lugar en el mundo de libertad y expresión. Un lugar en el mundo para la originalidad. Sin pretensiones de ser el mundo, tan solo un lugar para estar.