Un lugar común es... sufrir por Independiente. Desde hace un tiempo hay un problema, una situación, que me está preocupando mucho. Al mismo tiempo, desde ese mismo momento se me despiertan sentimientos de culpa y desconcierto justamente por tener esa preocupación. Como novicio, joven que se prepara con ganas al sacerdocio, uno quisiera tener ¿cómo decirlo? Madurez o inteligencia o santidad para realmente ocuparse y preocuparse de las cosas del cielo. La preocupación a la que me refería al inicio no tiene ni demasiada inteligencia o santidad ni madurez. Tiene su raíz en algo, digámosle, bien primario: el fútbol; peor aun, al club que se asocia con el diablo. Sí, aunque no me deje del todo bien parado estoy preocupadísimo por mi querido Independiente. Todos los amantes del fútbol podrían decir que comparten ese sentimiento (no digo casualmente “todos” sino que creo que la posibilidad de descender sería un golpe para todo el fútbol), pero debo decirles que lo mío es especial.
Un lugar nada común en el mundo con pensamientos propios lejos de modelos, modos de acción, universales y rutinas impuestas. Un lugar en el mundo de libertad y expresión. Un lugar en el mundo para la originalidad. Sin pretensiones de ser el mundo, tan solo un lugar para estar.