Me considero una persona espontáneamente optimista. La vida me fue enseñando que siempre hay razones para la esperanza . Viví que incluso los golpes más duros que te puedan pasar no tienen la capacidad suficiente para bloquear la posibilidad de ser felices , la posibilidad de una vida llena de sentido. Eso no impide reconocer la tormenta en la que navego, en la que estoy y que me une a toda la familia humana. La tormenta en la que se encuentran padres y madres que aprenden a serlo a la par del crecimiento de sus hijos “¿Qué hago padre? ¿lo mando o no lo mando?” , me preguntaron en la previa. Estuve muy tentado en pedirles que se hagan cargo, que no deleguen la paternidad y que en realidad no tengo la más pálida idea. Preferí callar. Sencillamente no sabían . También callé la presión que me generaba pensar que iba con algunos chicos obligados y con padres inseguros. La tormenta en la que padres y madres ven navegar a sus hijos con el temor latente de que naufraguen. Con ese equilib
Un lugar nada común en el mundo con pensamientos propios lejos de modelos, modos de acción, universales y rutinas impuestas. Un lugar en el mundo de libertad y expresión. Un lugar en el mundo para la originalidad. Sin pretensiones de ser el mundo, tan solo un lugar para estar.