Llegué en ese momento en que el medio borracho se abraza al whisky y tiene la corbata de vincha. Es ese momento en que las exigencias del tiempo, de la vida, de este año ceden ante el jolgorio . Hay fiestas para celebrar y otras para olvidar. Se estaba terminando un año eterno que prácticamente lo empecé siendo ontológicamente otro. Bueno, no tanto. Ahí llegué. Otra manera de verlo es que llegué demasiado temprano para el nuevo día y sin rayos de luz que permitan avizorar si tendremos un día nublado o soleado. Usemos la imagen que usemos: acá estamos, acá somos y por lo mismo acá estaremos y seremos. No tiene mucho sentido hacerse planes ; alcanza con achuntarle si se juega con baraja española o de poker. Dependiendo del juego las mismas cartas pueden hacerte ganar o perder. Caminando entre papel picado, voy descubriendo lo que pasó, la historia que también ahora soy. Me subo a un tren que nunca está frenado, aunque vaya lento. Me subo en la estación Floresta, obvio. Es un pri
Un lugar nada común en el mundo con pensamientos propios lejos de modelos, modos de acción, universales y rutinas impuestas. Un lugar en el mundo de libertad y expresión. Un lugar en el mundo para la originalidad. Sin pretensiones de ser el mundo, tan solo un lugar para estar.