Cada enero me sirve de oportunidad para sumergirme a través de los medios en la realidad argentina que normalmente veo de lejos. En el caso de este verano, la vida mediática del país giró en torno del asesinato de un joven en Villa Gesell por una patota de jóvenes. Los pormenores del brutal crimen cubrieron horas de pantallas y rápidamente también se colaron en prácticamente toda conversación. Todos nos indignamos por la irracionalidad humana. Todos nos preguntamos por la injerencia del rugby -deporte que los asesinos practicaban- en estos acontecimientos. Como si fuera poco, estuve unos días en cama por lo que el consumo de la televisión creció exponencialmente. Naturalmente , junto a estos acontecimientos, transcurrió la vida normal de cada uno . En perspectiva me permito compartir algunos ecos personales ante estos hechos. Con el transcurso de las horas se fue pronunciando -también en mí- la tentación de encapsular a los asesinos. Es como que tenemos la ilusión de que los a
Un lugar nada común en el mundo con pensamientos propios lejos de modelos, modos de acción, universales y rutinas impuestas. Un lugar en el mundo de libertad y expresión. Un lugar en el mundo para la originalidad. Sin pretensiones de ser el mundo, tan solo un lugar para estar.