En la dinámica vida política argentina cualquier reflexión demasiado coyuntural queda desactualizada al escribir el punto final. Hagamos el esfuerzo. En un tiempo en que nos pregunta con insistencia de qué lado estás -o sencillamente busca referencias para ubicarte- seré honesto. Escribo como argentino y tan migrante que se maneja con soltura en Santiago y anhela hacer vacaciones en Paraguay. Escribo como joven que desde hace dos meses usa anteojos porque desde la primera fila no veía el power point. Escribo como politólogo que no ejerce porque soy consagrado aunque tampoco lo ejerza: soy. Y en el último retiro que estuvo muy bueno me di cuenta que lo que más me configura es reconocerme amigo de Jesucristo como puro don. Como tal no me permito resignarme a lo malo que nos devuelve la política. A pesar de aconcaguas subidos en alpargatas y sin caramañola o de trenes que chocan sin frenos nuestra realidad cotidiana, no acepto que estemos inhabilitados al crecimiento. No niego que e
Un lugar nada común en el mundo con pensamientos propios lejos de modelos, modos de acción, universales y rutinas impuestas. Un lugar en el mundo de libertad y expresión. Un lugar en el mundo para la originalidad. Sin pretensiones de ser el mundo, tan solo un lugar para estar.