Al leer las lecturas de hoy (Jer. 20,10-13; Rom. 5,12-15; Mt. 10,26-33) me surgió una pregunta que quisiera compartir con ustedes ¿Cuándo fue la última vez que tuviste miedo? Creo que más cerca o más lejos, el miedo es una realidad existencial. Nuestra vida está atravesada por miedos. No son miedos generales sino miedo a que me pase algo a mí, casi como si fuera un ataque personal. El miedo nos seduce, nos atrae aunque sea como desafío. “Me asusta, pero me gusta” , cantaba Gilda y el miedo tiene mucho de eso. El miedo también recuerda nuestro límite: que no podemos controlar todo porque todo no podemos y por eso el miedo puede derivar en pecado. El miedo. Ante esa realidad tan humana y tan cotidiana parece querer hablarle Dios en el día de hoy a través de la Palabra. Yo me acordé de una situación de cuando era chico; cuando era chico no porque de grande no tenga miedos, sino porque creo que me expone menos. Estaba yo en cuarto grado del Colegio del Salvador y formaba parte de la
Un lugar nada común en el mundo con pensamientos propios lejos de modelos, modos de acción, universales y rutinas impuestas. Un lugar en el mundo de libertad y expresión. Un lugar en el mundo para la originalidad. Sin pretensiones de ser el mundo, tan solo un lugar para estar.