Cada domingo o lunes, Raquel sin saberlo me somete al juego de las medias. Especifico que lo hace sin saber porque realmente ella no lo promueve como un juego sino que le sale así. Incluso creo que si en algún momento se entera de que para mí esto es un juego, cambiaría de estrategia. Raquel es una muy buena mujer, pero conmigo no se lleva del todo bien. Desde el día en que empecé a lavarme mis calzoncillos yo mismo, ella –como encargada de la lavandería- me miró con distancia. Es difícil explicar que lo mío no es desprecio sino ¿pudor? El juego de las medias se desarrolla de la siguiente manera. Durante una semana el jugador, es decir yo, acumula todas las medias dentro de una bolsa de red. Llegado el domingo se deposita bien cerrado en un canasto de plástico con el título y el dibujo de “calcetines”. Calcetines y no medias. Es distinto y no sé si es mejor o peor. Lo que es seguro es que si llego a preguntar seguramente tendrán una enorme explicación para demostrarme lo ignoran
Un lugar nada común en el mundo con pensamientos propios lejos de modelos, modos de acción, universales y rutinas impuestas. Un lugar en el mundo de libertad y expresión. Un lugar en el mundo para la originalidad. Sin pretensiones de ser el mundo, tan solo un lugar para estar.