Un lugar comun es... no arriesgar El objetivo es claro; meter la pelota adentro del arco. Los caminos para hacerlo son variados. De todos ellos hay uno que me exaspera especialmente. Es aquel que persigue el momento especialísimo para hacer la jugada calculada y así meterse en el arco con pelota y todo. Se pasan los noventa minutos haciendo dominio o posesión de balón, lateralizan el juego y creen cansar al rival hasta que llegue el momento en que se alinean los planetas –o se desalinean los defensores- y se hace el hueco. El gran problema es que ese momento no siempre llega y así puede terminarse el partido sin haber pateado al arco. Me acuerdo que en aquellos queridos años del intercolegial, el gran Leo Casciaro preguntaba a los delanteros si el rival era bueno o malo. Cuando ellos no sabían responder, Leo aumentaba el entusiasmo de su charla técnica para concluir en una afirmación cerrada como expresión de la poca trascendencia de nuestro juego: “ni siquiera probamos el arquero”
Un lugar nada común en el mundo con pensamientos propios lejos de modelos, modos de acción, universales y rutinas impuestas. Un lugar en el mundo de libertad y expresión. Un lugar en el mundo para la originalidad. Sin pretensiones de ser el mundo, tan solo un lugar para estar.